Salvador Felipe Jacinto Dalí i Domènech, como Vincent Van Gogh, fue llamado igual que un hermano mayor fallecido al poco de nacer. Es evidente cómo a ambos ese fantasma les persiguió y atormentó toda su vida, en las facetas tanto personal como artística.
Dalí es uno de los artistas españoles más reconocidos y aclamados del siglo XX y en general de todos los tiempos, tanto dentro como fuera de España. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. Poco a poco está saliendo a la luz una de las muchas caras del artista que hasta ahora es desconocida para muchos: el Dalí franquista.
En diversas ocasiones el pintor expresó públicamente su simpatía hacia Franco. En sus propias palabras “lo admiraba bastante (…) Franco tuvo una sangre fría extraordinaria, fue un ser impasible y único en la historia contemporánea”. Tanta era la admiración que se tenían que Franco llegó incluso a patrocinar obras de Dalí. Una prueba de esta estrecha relación es la condecoración de la Orden de Isabel la Católica que el régimen concedió a Dalí para premiar y reconocer "la lealtad acrisolada y los méritos contraídos en favor de la prosperidad de aquellos territorios". Además, tras morir dejó todo su patrimonio al Estado, detalle que provocó tensión y rechazo en Cataluña, su tierra natal, dejando una herida abierta que el tiempo aún no ha logrado sanar.
Era uno de los pocos intelectuales españoles con proyección internacional que apoyaba manifiestamente al dictador, algo que resulta algo incoherente teniendo en cuenta el círculo en que comenzó a desarrollarse como artista. Un claro ejemplo de sus amigos íntimos eran Federico García Lorca y Luis Buñuel, compañeros de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Según se puede leer en sus cartas Lorca y Dalí llegaron a mantener una relación afectivo-sexual cuando el granadino llegó a Madrid alentado por Machado y otros amigos. Joan Miró, Picasso, Sigmund Freud e incluso Alfred Hitchcock fueron personajes importantes también en la vida de Salvador y con los que colaboró en diversas ocasiones.
Otra prueba más de la vinculación de Salvador y el régimen franquista fue la propuesta que hizo para el Valle de los Caídos, enclave de nuestra historia que no deja de sonar en los medios tras la exhumación del dictador. Victoria Zárate describe para El País cuál fue el proyecto que propuso el catalán extraído de la autobiografía de Luis Buñuel. Dicho proyecto consistía en fundir los huesos de las víctimas de la guerra y construir con ellos esqueletos cada vez de mayor tamaño entre Madrid y El Escorial.
Ruptura con los surrealistas
La versión oficial de la web de la Fundación Gala-Salvador Dalí nos cuenta que fue expulsado del grupo de surrealistas al que ingresó en 1929 por participar en una exposición a la que el resto de surrealistas se había negado a participar.
La realidad dista un poco de la versión conocida por todos. Los surrealistas, en su mayoría, defendían ideas de izquierda, por lo que Dalí rompía con los ideales del grupo. En 1939, El enigma de Hitler fue la gota que colmó el vaso: los surrealistas consideraron que había traicionado sus principios y que no merecía pertenecer al grupo. La fascinación que Dalí tenía hacia Hitler era intolerable.
Dalí se describía a sí mismo no como surrealista sino como surrealismo, así que la coincidencia del 30 aniversario de su muerte y la exhumación de Franco hace de este un momento idóneo para seguir profundizando en la relación de estos cuanto menos peculiares personajes de nuestra historia.