La Casa de las Ideas, comúnmente conocida como Marvel, lanzó el viernes pasado en Disney + su segunda serie acerca de los superhéroes más importantes de sus películas. Esto supone un antes y un después en la historia de la pantalla pequeña, pues nunca antes una franquicia de tal magnitud había sido capaz de dar el salto desde la pantalla grande y estrenar dos series de alto presupuesto en apenas dos meses.
Siempre que los fans del UCM (Universo Cinematográfico de Marvel) piensan en nuevas aventuras de sus superhéroes más queridos, lo primero que se les viene a la cabeza es la imagen de una inmensa sala de cine, abarrotada de personas, cada una de ellas llevando consigo un paquete de palomitas y un refresco, esperando con impaciencia el estreno del tan ansiado largometraje. Sin embargo, la pandemia de CoVid-19 ha cambiado las normas de este género de películas, propiciando que sean
llevadas al nuevo mundo de las plataformas de streaming. Lo que nadie se esperaba es que fuera un éxito, sobre todo, tras los últimos informes estadísticos realizados en Hollywood, que informaban de que la mayoría de grandes películas llevadas al mundo de las series fracasaban estrepitosamente.
Después del final de Vengadores: End Game (2019), Marvel y Disney planearon hacer diez películas en cinco años. Un año después, en mitad de la pandemia, tiraron a la basura todos sus planes para comenzar de cero. De entre todas las voces disconformes, la directora Kari Skogland propuso la idea de transformar esas películas en series, ya que si no había posibilidades de repetir los números anteriores en taquillas, lo mejor sería obtener esa recaudación mediante el servicio streaming que ofrece Disney +.
El resultado, un año después, ha sido de 125 millones de visualizaciones del primer episodio de Falcon y el Soldado de Invierno en apenas 24 horas, superando los 53 millones de reproducciones de la serie anterior. Con estos números, Marvel ha hecho historia.
La clave de su éxito es la misma que antes, no ha cambiado nada. Este argumento lo esgrimen los altos ejecutivos de Hollywood, y con razón, pues prácticamente han tenido la valentía de reinventar esas historias para adaptarlas al formato televisivo de entre cuarenta y cincuenta minutos por episodio.
Otro factor a tener en cuenta se da en el ámbito social. En mitad de una pandemia, después de meses de confinamiento y de la pérdida de millones de personas en todo el mundo, la población necesita ‘’superhéroes’’. Esta tendencia es aprovechada por Marvel y Disney, ya que ante las numerosas restricciones de movilidad que existen en cada país, todos los fans de su franquicia seguirán todas y cada una de las novedades que publiquen en la plataforma.
En el tiempo reducido (en comparación con los largometrajes realizados anteriormente) que supone hacer una serie, los episodios atan con maestría los cabos sueltos que dejaron las últimas películas del UCM. Todo esto gracias a su directora, Kari Skogland, siendo la primera mujer en dirigir un proyecto de la Casa de las Ideas y rompiendo las barreras impuestas en el género de los superhéroes, como ella misma afirmó en la entrevista realizada por 20 Minutos: ‘’Para nosotras todo cambió con el movimiento #MeToo, las mujeres alzamos la voz. Yo viví ese periodo: hasta entonces, teníamos que estar calladas porque si decíamos algo, éramos difíciles, y entonces no nos contrataban’’. La huella de Kari Skogland es fundamental en esta serie.
Por todo esto, los poderes de estos superhéroes no consisten en poder volar (Falcon) o en poder usar un brazo biónico (el Soldado de Invierno); más bien es un poder televisivo, una fuerza capaz de llevar a la pantalla pequeña la historia creada por alguien que no hace mucho tiempo tenía prohibido alzar la cabeza en un sector eminentemente masculino, una fuerza capaz de generar millones de dólares en solo 24 horas a través de una vía desconocida para una gran franquicia, una fuerza capaz de sacar al niño o niña que llevamos dentro, pero sobre todo, una fuerza que hace a los espectadores desconectar de la situación actual.