Históricamente, toda la crítica que se ha hecho a la industria del entretenimiento ha sido a través de medios tradicionales: prensa, televisión, radio... Y por supuesto no cualquiera ha tenido el privilegio y la oportunidad de escribir u obtener tiempo de antena en estos medios; solo los más capaces (y afortunados) han tenido la posibilidad de expresar una opinión sobre una película, una novela o una obra de teatro y que aquella tuviera algún alcance y validez.
Todo cambió con la llegada de Internet, donde ahora podemos soltar la bilis sobre cualquier producción, obra o proyecto que queramos casi sin ningún tipo de repercusión. Esto no significa que la crítica profesional haya desaparecido, pues el acceso a la red ha logrado que esta también florezca y cada vez haya más medios digitales e individuos que se dedican profesionalmente a ella.
Normalmente, las producciones de calidad son aclamadas tanto por los profesionales como por los usuarios de a pie, y lo contrario ocurre cuando esta es mala, habiendo consenso en las opiniones en la gran mayoría de los casos. Sin embargo, el problema llega cuando los profesionales y los consumidores comunes tienen opiniones completamente opuestas. El ejemplo más reciente y de mayor alcance es el videojuego The Last of Us Part II, que fue calificada por muchos medios como una obra maestra y un must-play, mientras que el consumidor medio a duras penas le daba un aprobado. O la película Chappie, que fue duramente criticada por los profesionales, pero ha logrado una media de notable por parte de los usuarios.
Los motivos por los que esto ocurre son variados: tal vez los usuarios comunes tienen mayor sesgo y no se atienen a criterios objetivos a la hora de calificar una producción (a diferencia de los críticos profesionales), o tal vez los medios privados deben tener mucha más corrección y cautela mientras que los usuarios pueden dar opiniones más sinceras gracias a la falta de censura. Cualquier respuesta es válida y cada obra, persona y medio es un mundo.
En realidad, el contenido de la crítica, quién tiene razón y por qué es lo de menos. Lo que de verdad importa es cómo ahora tenemos acceso a más información que nunca y, además, contamos con la capacidad de dar a conocer nuestro propio punto de vista. Citando al archiconocido Marshall McLuhan, «el medio es el mensaje»; gracias a Internet, la crítica ha dejado de ser el privilegio de unos pocos y se ha convertido en la voz de las masas: ha pasado a ser algo mucho mayor y completamente distinto a lo que era antaño.
Entonces ¿cuál es la solución? ¿Cómo sé de quién fiarme? La respuesta es sencilla: juzga tú mismo. La crítica es una herramienta muy útil para poder conocer la calidad de una obra o producto, pero la única forma de obtener una valoración en función de tus expectativas y en la que se califiquen todos los aspectos que consideres importantes es haciéndola tú mismo, siendo crítico, juzgando y formando una opinión propia como resultado de tus conclusiones.