Una luminosa mañana de Lunes Santo, la mezcla perfecta para crear un esperpéntico bullicio recorriendo las calles de la ciudad. Sin embargo, este ritmo frenético parece detenerse al cruzar las puertas del edificio de la Autoridad Portuaria.
Como es costumbre, me hacen esperar, como una cofradía de silencio que aguarda entrar en Carrera oficial. En su despacho, al igual que en Catedral, se hace pequeña penitencia, contemplando las vistas a un muelle carente de buques y las placas colgadas amenizando la espera. Llega ella con esos extraños aires de Chica Bond con andares de sheriff. Un tiburón de las altas esferas, que se mueve como pez en el agua allá donde va. Podría decirse que su presencia se siente en cada rincón de aquel lugar, y es que Teófila Martínez no deja indiferente.
Teófila sabe lo que quiere, y procura que no quede ningún cabo suelto, ni siquiera en esta entrevista. Como una niña curiosa, se dedica a revisar los materiales que se iban a emplear y procurando que se escuchen adecuadamente, dando consejos de dónde colocarlos para obtener la mejor forma de percibir el sonido, demostrando la experiencia que presenta a sus espaldas, como si estuviera estudiado hasta el más mínimo detalle. Mientras se ubican los sistemas de grabación y las anotaciones, se rompe poco a poco esa coraza que a priori parece tener, convirtiéndose en la sonrisa cómplice y campechana que verdaderamente hay: “¿Va a ir usted hoy a la Palma (cofradía que sale ese día)?”, le pregunto. “Tengo que hacer un tema de papeleo y en cuanto termine seguramente iré”, responde ella con total seguridad, como si fuera algo casi dogmático. Obvio que va a ir.
Podríamos afirmar que ella es camaleónica, que sabe en cada momento cuál es su lugar. Lo mismo te la encuentras en un despacho, que se apunta a cualquier convite, y es que la cita con la gente no se lo perdona a nadie. Creo que por ella se dice esa frase de que el gaditano nace donde le da la gana, y es que esta santanderina es sinónimo de la Tacita de Plata. Una mujer que le gusta hablar y ser vista por la ciudadanía, que le brindan Aleluyas y Hosannas cada vez que la ven paseando, y es que esa melena rubia platino es patrimonio de Cádiz, y ella lo sabe.
Sin embargo, poco sabemos de ella antes de convertirse en esa gran figura política. Con una tierna sonrisa, nos cuenta cómo fue su infancia en la ciudad de Santander, siendo hija de padres trabajadores en un contexto de años complicados en la España de 1948, pero que, a pesar de todo, recuerda con cariño. “Teníamos muchas carencias, pero una Navidad muy bonita, y además en un sitio donde igual estabas en el campo, entre vacas, que estabas en la playa, con los amigos jugando o bañándote”. Confiesa que su madre fue una pieza clave en su educación, siendo la responsable de sentido de independencia y responsabilidad. “Desde muy pequeña me inculcó que tenía que ser una mujer independiente, a mi hermana y a mí, que teníamos que estudiar, que lo único que nos iban a dejar era unos estudios, para que fuéramos mujeres independientes y no dependiéramos de nadie, ni de familia, ni de maridos ni de nada”.
“Una formación académica o profesional lo que te permite es tener más oportunidades”
Tras ello, marcha a Madrid para empezar su formación como arquitecto técnico. Una formación profesional que completaba con una más personal, que ella misma recuerda que le hizo superar su timidez y saber defenderse en un mundo incierto y complicado. “No es lo mismo ir al mundo laboral, aunque tengas que hacer otros trabajos como a mí me han tocado hacer, que hacer esos trabajos, pero con el soporte de tener una titulación académica que te permite en cualquier momento tener otras oportunidades. Tú puedes ser muy habilidoso en determinadas materias y en un momento dado de tu vida tener que trabajar en otro sector o en otra o en otro mundo el que no te has preparado. Se trata de tener posibilidades, de tener más oportunidades. Esas vienen como el trabajo, con el conocimiento general del mundo donde vives, porque eso te permite saber dónde hay otras oportunidades donde las puedes buscar antes. En aquella época no había muchas oportunidades, pero ahora sí. Una formación académica o profesional lo que te permite es tener más oportunidades”.
Y por cuestiones de la vida, casi de forma predestinada, comienza allí sus incursiones en política de la mano de Alianza Popular (ahora Partido Popular). Teófila empezaba a despuntar poco a poco, sin querer en principio hacer demasiado ruido. Se convierte en concejal en El Puerto de Santa María en los años 80, donde acabó por cuestiones laborales de su marido. Se trajo de Madrid esa visión del mundo y unos útiles contactos en una joven democracia, tan necesarios en este pequeño rincón del sur.
“Yo quería terminar mi compromiso con los gaditanos”
Cuando llegó, se encontró con una provincia que tenía el potencial, pero que no llegaba a sobresalir. Ella vivió por y para la ciudad, y en el año 1995 se hace con el mando de la capital gaditana. Como ella nos recuerda con cierto cariño, asegurando que la alcaldía “fue una pelea dura”, rememorando todos los proyectos que se llevaron a cabo en los 20 años que estuvo al frente del ayuntamiento de Cádiz. Pero, sobre todo, cuando habla del buen recuerdo que tiene sobre los gaditanos, parece que en sus ojos se enciende un pedazo de su alma. Como nos cuenta, no fue un camino de rosas, y podríamos decir que muestra algo de nerviosismo, y hasta cierta tristeza, cuando recuerda ese último día al frente del ayuntamiento en el año 2015: “Tuvimos un episodio muy desgraciado por parte de los seguidores de Podemos que nos escupieron y pretendían que saliéramos por la puerta del costado”.
“Perdónalos porque no saben lo que hacen”, debió pensar ella, ya que, a pesar de todo, sabe cuál es su lugar. “Yo soy demócrata convencida. Soy una liberal, no me han tenido que imponer nada y yo sabía que había que salir dignamente...También eran 20 años”. Posteriormente, aceptó ser presidenta de la Autoridad Portuaria, porque ella tenía claro una cosa: tenía que seguir ayudando a la ciudad. “Yo quería terminar mi compromiso con los gaditanos”. Como si de algo nuevo se tratase, recuerda la extensión del territorio que controla dicho organismo, glorificando el futuro que se presenta para este lugar estratégico de la Bahía de Cádiz.
“He andado escasa de tiempo para hacer más cosas”
Cuando le preguntamos si le gustaría volver, nos reflexiona sobre aquella etapa. “Me vacié, realmente no tenía horas, pero lo hice con mucha alegría, porque aprendí algo que lo aprendí desde que llegué a la provincia de Cádiz, pero que lo intensifiqué siendo alcaldesa: que hay que vivir cada minuto de la vida y lo mismo cuando trabajaba intensamente, cuando en un momento dado compartía una actividad cultural o una actividad de flamenco, o un carnaval, un concierto, una reunión en una peña ...yo lo disfrutaba todo. O sea, que nadie tenga pena por mí, porque lo he disfrutado todo”.
Terminamos esta charla con una nueva perspectiva, y es que una cosa que me queda clara es que aún nos queda Teófila para rato. Nos despedimos de ella conociendo a la mujer independiente y trabajadora, que sabe que, con conocimiento y devoción a tu trabajo, eres capaz de enfrentarte a cualquier oportunidad que se te presenta. Suenan las campanas de fondo y la vida continúa mágicamente su tránsito, como si el mismo Dios supiera lo que acababa de pasar entre las cuatro paredes de aquel lugar.