La luz del teatro no va a apagarse nunca, incluso en los tiempos que corren. Aunque el sector esté en vilo a causa de la pandemia que acecha sin descanso, “volverá a resurgir de sus cenizas con, si cabe, más fuerza de la que ha tenido jamás”.
De esto tiene la certeza el intérprete Fernando Tejero (Córdoba, 1967), el cuarto de seis hijos nacido bajo la humildad, que gracias a su esfuerzo y sacrificio logró cumplir un deseo que anhelaba desde que tiene uso de razón. “Siempre he querido esto. Desde que era pequeño sabía qué era lo que me gustaba de verdad y hacía cosas muy diferentes a mis hermanos. Me pasaba el día cantando, bailando y soñando con actuar”.
El actor en brazos de su padre junto a su familia. Foto: Álbum familiar, Mª Carmen Tejero.
Todos los comienzos son complejos, llenos de incertidumbre, y para el actor sus inicios en la profesión no fueron diferentes. “Solo tenía un sueño y los bolsillos medio vacíos”, pero, a pesar de esto, decidió hacer las maletas e irse a Madrid para estudiar interpretación en la escuela de Cristina Rota. “Al principio fue duro compaginar las clases con el trabajo en la pescadería de mis padres”, lo que hizo que el actor pudiera permitirse sus estudios. Tenía que hacer el curso de forma intensiva los fines de semana, vivía ente Córdoba y Madrid”.
Tras la tormenta llegó la calma, y Tejero consiguió abrirse un hueco en el mundo del espectáculo participando en la película Los lunes al sol, con un pequeño papel en el que interpretaba a Lázaro, un discapacitado, y por el que le llovieron los elogios de la crítica: “Un director llegó incluso a preguntar si era disminuido de verdad”.
Más tarde, continuó participando en proyectos hasta obtener el rol de Serafín en Días de fútbol, lo que le hizo ganador del Premio Goya a mejor actor revelación en el año 2003. Este hecho, fue el detonante para una carrera artística que ha cosechado gran éxito a base de constancia, como ocurrió con la serie Aquí no hay quien viva en la que el actor interpretó durante cinco temporadas a Emilio Delgado, el portero de una comunidad de vecinos. También, en su trayectoria pueden destacarse obras de teatro como Piedras en los bolsillos o Atchúuss, doblajes como en El espantatiburones, o varios filmes entre los que se encuentran Cinco metros cuadrados, Va a ser que nadie es perfecto y El penalti más largo del mundo.
Según afirma Fernando Tejero: “La fama es un arma de doble filo. Si no sabes cómo gestionarla, puedes acabar muy saturado. Yo me di cuenta cuando no podía salir de forma normal a la calle. Una vez, visitando a mi familia en Córdoba, seguridad tuvo que ayudarme a salir de un centro comercial porque la gente me reconoció. Estaba paralizado, me asusté muchísimo”.
El artista considera su profesión como “una forma de vida y expresión”, y es la prueba viviente de que, si se tiene un objetivo, hay que perseguirlo hasta el final. “A todo el que quiera dedicarse al mundo del espectáculo le diría que no todo va a ser bonito y mucho menos fácil. Lo más importante es creer en ti mismo y seguir adelante, porque cuando yo empecé nadie creía en mí, pero yo mismo lo hacía por el resto”.
Fernando Tejero es un ejemplo de perseverancia, trabajo y disciplina, así como una inspiración para quien sueñe con ser artista. No importa cuántas veces falles o te digan que no vas a conseguir algo, solo tienes que ir a por ello cada día de tu vida con más ganas que el anterior.
Fernando, de niño, vestido de flamenco. Foto: Álbum familiar Mª Carmen Tejero