Visitar un taller de imaginería en Sevilla es todo un privilegio y si está situado en el emblemático barrio sevillano de San Lorenzo, aún más. Hace casi una década que el escultor rondeño Alberto Pérez Rojas decidió instalarse en una de las zonas con más encanto del casco antiguo de la capital andaluza.
El escultor Pérez Rojas trabajando en su taller sevillano. Daniel Salvador.
Si hay algo que caracteriza a Pérez Rojas es su amabilidad y sencillez, de hecho, su disponibilidad a mi propuesta de vernos fue inmediata. Es un hombre bastante alto, de complexión fuerte, ojos claros y mirada profunda. Me recibe con la mejor de sus sonrisas y me invita a pasar a su lugar de trabajo. Simplemente impresionante. Una gran cantidad de figuras sacras de tamaño real estratégicamente situadas y la mezcla de olores como barnices, aceites, maderas y pinturas me impulsan a preguntarle por sus comienzos. “Ya desde niño me gustaba modelar con plastilina, lo mío fue algo innato. Se me daba bien. Cuando entré en la facultad de Bellas Artes no llevaba una idea predeterminada de la especialidad que iba a elegir, sencillamente me dejé llevar. Pero fue mi tendencia natural al modelado la que terminó decidiendo mi futuro. Recuerdo con cariño las clases de barro que recibí en el colegio Juan de la Rosa, de Ronda. Compaginé mis estudios con el aprendizaje en el taller de quien, una vez terminada mi carrera, sería mi maestro, profesor y hasta ahora amigo Juan Manuel Miñarro. Una persona que daba lecciones magistrales durante los años que estuve con él”. En este momento se le iluminan los ojos, mira a las esculturas que tiene a su alrededor y con un tono pausado sigue hablando: “Tengo mucho que agradecerle a Juan Manuel, ha sido una persona determinante en mi carrera. Gracias a él me especialicé en la escultura y más concretamente en la imaginería. Pero lo más importante es que me enseñó a crear, dejando a un lado la imitación”.
Juan Miñarro me enseñó a crear, dejando a un lado la imitación
Pérez Rojas trabajó más tarde con Sebastián Santos Calero, un escultor-imaginero muy querido en Sevilla del que también guarda buenos recuerdos: “Un artista con un talento especial, conoce muy bien la escultura mediterránea. Su capacidad para controlar una obra desde el comienzo hasta el final es extraordinaria”. Hace también mención a otro escultor con el que compartió taller durante cuatro años, José María Leal, del que guarda muchos recuerdos y con el que conserva una buena amistad. A partir de aquí decide emprender su trabajo en solitario. Me intereso por los pasos que sigue para tallar una imagen: “Esto depende de la imagen y del trabajo que me hayan planteado hacer. Al principio, suelo modelar un boceto a lápiz y así defino la composición. Es muy imprescindible el modelado y el dibujo, si la base no es buena no podrías ser escultor. Cuando ya está definida se esculpe en madera. La base es lo más complicado, es el momento de darlo todo. Pero lo importante no es la manera de hacerlo sino el resultado final, que los materiales sean buenos, con una acertada técnica pictórica y que haya un equilibrio entre proporción y composición”.
No se define fiel a ningún estilo, tiene el suyo propio: “no me preocupa, intento dar una forma pura, la pintura deben ayudar a contemplar la imagen, nunca distraerla. Y algo muy importante: en la imaginería la espiritualidad es necesaria, las obras deben incitar a la oración, transmitir sentimientos”.
en la imaginería la espiritualidad es necesaria, las obras deben incitar a la oración, transmitir sentimientos
Alberto reconoce ser muy perfeccionista; es una persona con fuertes convicciones religiosas que da gracias a Dios a diario por poder dedicarse a lo que más le gusta. “Desde que comienzo a trabajar la madera encomiendo a Dios y a su madre mis manos para que guíen. La imaginería debe dotar a la imagen la unción que necesita para que sea un vínculo con el cielo”.
Son muchas las horas que hay que dedicarle a esta profesión. Pérez Rojas acaba de ser padre de su tercer hijo, teniendo el mayor de los tres cuatro años. Y la pregunta es inevitable: ¿Cómo compaginas tu vida personal con la profesional? “Con ayuda, por supuesto, tengo la gran suerte de estar casado con una persona que pertenece al mismo gremio, de hecho los dos compartimos taller. Mi mujer es restauradora, especializada tanto en tallas como en pinturas religiosas, así que hacemos un buen equipo. Nos turnamos con la organización de los niños. También tenemos ayuda exterior. Al tener plazos de entregas hay épocas bastante estresantes, en la que los dos tenemos que trabajar a la vez”.
Cuando uno comienza a trabajar en una obra la siente suya, pero en el momento que sale del taller pertenece a quién la encargó
Hace siete años presentó en Sevilla su primer crucificado, El Cristo de la Divina Misericordia, de madera de cedro policromada al óleo. Una talla encargada por la Iglesia de la Virgen del Carmen en Almodóvar del Río. ¿Qué supuso para usted este reto? “A nivel personal una gran satisfacción y al mismo tiempo un gran reto y a nivel profesional me ha ayudado por haber llegado a mi madurez artística. Cuando uno comienza a trabajar en una obra la siente suya, pero en el momento que sale del taller pertenece a quién la encargó. La acogida de este Cristo fue tan grande que en ningún momento tuve la sensación de haberme desprendido de ella. Para ejecutar este trabajo tuve un tiempo muy limitado, pero con ilusión y muchas ganas fue posible. Podría decir que es una de las obras que más orgulloso me siento. Siempre me han interesado las figuras de talla completas”.
El escultor Pérez Rojas modelando el Cristo de la Divina Misericordia. Primer crucificado del escultor. Daniel Salvador.
Hace escasamente un mes la exposición que organiza la Asociación Gremial de Arte Sacro junto con el Ayuntamiento de Sevilla (FECIT 2021), presentó la última obra realizada por el escultor “Mater Dolorosa” sin mediación de encargo. Pérez Rojas fiel a su estilo, toma referencia del imaginero Sebastián Santos Rojas. Es una virgen de las de las llamadas de candelero: “Dulzura, serenidad, devoción, dolor contenido, delicadeza… Intento que la imagen tenga vida, pero sobre todo expresividad. Está realizada en madera de cedro policromada al óleo y mide 1´70cm.
Intento que la imagen tenga vida, pero sobre todo expresividad
Mi objetivo es darle un toque personal a cada dolorosa que he modelado, todas diferentes, pero siempre buscando un realismo y naturalismo que provoque el sentimiento que transmite. Estamos en una tierra muy mariana.”
¿Dejas firma o sello en tus obras? “No soy de los escultores que dejan una firma oculta o quiere dar un rasgo a su imagen para identificar que son mías. Soy más de personalizar cada obra en cada momento, cada una tiene su reto”.
La obra más reciente de Pérez Rojas, Mater Dolorosa para Sevilla Fecit 2021. M.G.
Para finalizar le pregunto la diferencia entre escultura e imaginería: “Primero hay que ser escultor, luego esa escultura la derivas en la imaginería o en otras formas de arte, pero lo que es el modelado, el volumen y el dibujo es la base, sin estas tres premisas no puedes llegar a ser un escultor. Luego el imaginero le da una connotación a la escultura de devoción, mística, de unción. Lo que principalmente diferencia una de otra es esa fuerza de devoción, que cuando alguien mira esa imagen, se sobrecoja o le invite a rezar. Una escultura es cofrade o no es cofrade, o lo que es lo mismo, es escultura o es imaginería. Esa parte espiritual hay que saber transmitirla. Durante toda la entrevista, no hemos estado solos, una persona nos ha acompañado en la sala. Inmersa en su trabajo y totalmente ausente a nuestra conversación. Es su mujer, Carmen Bahima. Se conocieron en la facultad de Bellas Artes cuando eran estudiantes, su conexión fue inmediata tanto en el terreno personal como en el profesional. Ella ha realizado trabajos como la restauración de “Jesús ante Anás” y “la Virgen del Dulce Nombre”, ambos pasos de la Hermandad del Dulce Nombre de Sevilla. Juntos tienen proyectos comunes, Pérez Rojas realiza también trabajos de restauración: “Actualmente trabajamos en dos obras de Cristóbal Ramos, dos lienzos de una parroquia de Marbella y una imagen de San Felipe Neri cuyo destino es Roma”.
Lo que principalmente diferencia una de otra es esa fuerza de devoción, que cuando alguien mira esa imagen, se sobrecoja o le invite a rezar
Convencido de estar donde tiene que estar, Alberto Pérez Rojas ha conseguido con el paso del tiempo ir perfeccionando su trabajo. Con más confianza en sí mismo, más seguridad en sus decisiones, mayor conocimiento en sus proyectos y mucha pasión en sus obras está dispuesto a seguir aprendiendo. Su fuerte convicción religiosa, sin duda, le ayuda a transmitir esos sentimientos propios al público que contempla sus imágenes. Reconoce ser católico practicante y por este motivo su fe influye directamente en su trabajo. Él piensa que una obra define a quien la ha creado. Aún le queda mucho camino por delante y seguro llegará a ser un gran referente en la imaginería andaluza. Termino dándole las gracias por el tiempo que me ha dedicado y él me devuelve ese agradecimiento por poner al alcance de todo su trabajo.