Decidida, valiente, audaz, testaruda y risueña. Campeona del Mundo Sub-21, Campeona de Europa Sub-21, Subcampeona de los Juegos del Mediterráneo e imparable. La karateca Nadia Gómez nos permite colarnos en su habitación mediante una pantalla para desvelarnos la parte más escondida de un deportista de élite: sus miedos.
“-A ver cómo sale esto porque lo mío no es hablar…”.
Con voz temblorosa, manos inquietas y una sonrisa de oreja a oreja nos recibe Nadia Gómez mediante una reunión Zoom que comienza con ciertos problemas técnicos. La deportista dice solo saber usar la aplicación para compartir sus entrenamientos con sus profesores y afirma con júbilo que esa es una señal para que volviéramos a vernos las caras. Numerosas son las ocasiones en las que he tenido el placer de compartir selección con Nadia, pero ni en las finales de los campeonatos más importantes la había visto tan nerviosa y excitada.
Nadia había llegado a casa tan solo unos minutos antes de nuestra cita. Ese fin de semana lo pasaría en Cantabria, con su familia, la de verdad, y no la que la acompaña día a día en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid donde vive desde 2017.
Trayectoria deportiva
La cántabra acomoda su pierna, que se encuentra metida en una férula que le cubre desde la rodilla hasta el pie; agarra un mono de peluche que le acompaña en todos sus campeonatos; y en el ambiente de su rosada habitación empieza a hablar con nostalgia de sus inicios en el mundo del kárate. Dejándome ver esta tierna imagen y con un tono ahora más sereno y tranquilo, Nadia nos cuenta que el kárate fue uno de entre los tantos deportes que practicó de niña y que se inició en las actividades extraescolares de su colegio. Por ello, hasta los doce años no se inscribió en un club federado, pero, desde que lo hizo, empezó a competir. Sus primeros torneos fueron desastrosos, pese a lo cual, y debido a su potencial, los seleccionadores de Cantabria decidieron contar con ella para el campeonato nacional desde su primera aparición en los tatamis. En 2013 Nadia consigue su primera medalla de peso: el oro en el Campeonato de España Junior. Este logro lo repite en 2016. Mientras me narra sus inicios, parece ir recordando cada uno de aquellos momentos y me permite disfrutar de una pequeña sonrisa que de vez en cuando se escapa de sus labios.
La karateca Nadia Gómez durante la entrevista. Imagen: Rocío García
Todo deportista de élite tiene un momento “despegue” en su carrera. Sin embargo, la de Nadia es una trayectoria anómala. La cántabra me confiesa que siempre le ha gustado lo difícil y que signo de ello es que se metió de lleno entre las mejores karatecas del panorama nacional con su debut en la Selección Española Sénior. Esto vino de la mano de su segundo puesto en el campeonato nacional absoluto cuando aún tenía diecisiete años y nadie sabía de su existencia en los tatamis. Participó en los Juegos del Mediterráneo y allí consiguió la medalla de plata. Mediante titubeos Nadia hace un esfuerzo por recordar las fechas y expresa con orgullo su hazaña en la categoría absoluta cuando aún no había sido escogida para el equipo nacional en las categorías inferiores.
Con la misma humildad Nadia habla de sus principales logros deportivos. “Fui muy tranquila y a disfrutar del Kárate y al final quedé campeona del mundo”, así comienza su relato del que hasta hoy ha sido su mayor éxito. Sus ojos se humedecen, las palabras empiezan a fluir, su voz se apresura y su tono se alza. Nadia mira hacia un lado de su habitación donde descansa su medalla de campeona del mundo. Así se cuenta un sueño hecho realidad: “Cuando me metí en la final no me lo creía, cuando quedé campeona del mundo no me lo creí, y a día de hoy sigo sin creérmelo”. Realizó un campeonato impecable que la deportista califica como “intuitivo”, en el que se guio por sus sensaciones. Nadia Gómez fue la primera española en proclamarse campeona del mundo Sub-21 marcando así la historia del kárate español. Como si fuera poco, unos meses más tarde vuelve a batir récords y consigue la medalla de oro en el Campeonato de Europa Sub-21.
Cuando me metí en la final no me lo creía, cuando quedé campeona del mundo no me lo creí, y a día de hoy sigo sin creérmelo
Nadia Gómez emocionada tras proclamarse campeona del mundo Sub-21. Imagen: Real Federación Española de Kárate
Habiendo subido a lo más alto del cajón en los campeonatos más importantes que existen, Nadia sigue siendo fiel a sus principios y a su pasión por este deporte. “El kárate es lo que me ha formado como persona, es el pilar fundamental de mi vida”, con una pausa y una mirada rápida a su habitación, añade: “Sí, el kárate es mi seña de identidad, todo el mundo me conoce porque soy karateca”. La cántabra se define así, como karateca, sin más. Dicen que las cosas se demuestran con hechos y no con palabras. Pero Nadia demuestra con la ausencia de ellas. La joven es en la actualidad la karateca con más proyección en el panorama nacional y a sus veintitrés años está entre las cinco mejores en el ranking mundial. Sin embargo, ella se considera una karateca más, olvidando que es un referente para todo aquel que sienta atracción por el deporte. A esto, se le suele llamar humildad.
El kárate es lo que me ha formado como persona, es el pilar fundamental de mi vida
Vida personal
Medallas, victorias, orgullo, recompensa… todo ello está detrás del deporte de alto rendimiento, pero la moneda, como siempre, tiene una segunda cara. En 2017, mientras atravesaba un momento personal duro, Nadia decide apostarlo todo por el kárate, dejar su vida en Cantabria y probar suerte en el CAR de Madrid. Esta decisión hizo que “se encontrara a sí misma” en medio de una rutina agotadora que incluye seis horas diarias de entrenamiento y con la que continúa a día de hoy. Para Nadia el objetivo es siempre el mismo: “Estar preparada para lo que venga”.
Cuando intento sacar su lado más secreto, el que pocos tenemos el placer de conocer, me encuentro una respuesta más tajante de la esperada: “Mi mundo es el kárate y la gente con la que vivo es ahora mi familia. La vida personal por la que tantos me preguntan se resume a esto y soy muy feliz con ello”. Sus palabras denotan cariño y dulzura, ha creado un vínculo con sus compañeros del mundo del deporte, los que conocen tan bien como ella las subidas y bajadas de la competición y en los que ha encontrado el apoyo perfecto para hallar la estabilidad. Con todo, Nadia Gómez sigue siendo aquella chica que se marchó de casa con un sueño por cumplir y ahora, habiéndolo superado, no olvida de dónde viene y aprovecha cada oportunidad para volver al lugar que la vio crecer.
Si crees que Nadia es imparable cuando la ves “metiendo una patada en la cabeza” es porque no la has escuchado hablando de la importancia de la fortaleza mental. La clave está en tener una “mentalidad de sacrificio” nos afirma la deportista. Cree que el talento es innato, pero a la vez insuficiente, y que es el trabajo el que trae los éxitos. “Si no quieres poner toda la carne en el asador, no llegarás a nada”. Así ha ido Nadia por la vida, marcándose objetivos, diciendo ahora o nunca y entregándose hasta la extenuación. Sin duda, ha cocinado un buen asado.
Si no quieres poner toda la carne en el asador, no llegarás a nada
Sentimiento karateca
Solo alguien que lo ha vivido sabe lo que es llevar el escudo de su país en el pecho, alzar la cabeza cuando suena el himno de su nación en honor a su victoria y luchar por unos colores. “Me di cuenta de que yo representaba la marca España, yo daba la cara por España y me di cuenta de que quería llevarla a lo más alto”. No puedo más que escuchar con admiración a una Nadia ensimismada que cuenta con el corazón lo que supone para ella representar a su país. Pasión, coraje, raza. Eso es lo que representa Nadia para el resto de españoles que, con orgullo, vemos cómo deja su piel en cada encuentro por España.
Me di cuenta de que yo representaba la marca España, yo daba la cara por España y me di cuenta de que quería llevarla a lo más alto
Nadia Gómez tras besar el escudo de España en un campeonato internacional. Imagen: Federación Española de kárate
No titubea ni un segundo cuando le pregunto por el mejor momento que le ha dado el kárate: la victoria del Campeonato del Mundo Sub-21. Pero Nadia no se basa en lo que supuso ese éxito sino en quiénes la acompañaron hasta conseguirlo. “Había mucha gente de mi pueblo en las gradas y también estaba toda mi familia. Me sentí apoyadísima, el pabellón era mío y yo estaba haciendo disfrutar al público”.
Me dispongo a seguir con la entrevista cuando Nadia me interrumpe. La miro con asombro y me dice que no, que no puedo solo preguntarle por las cosas buenas que tiene el Kárate. Nadia quiere que la conozcan y por eso se abre y nos cuenta cómo sufre su cabeza en las situaciones extremas a las que se enfrenta, cómo se ha planteado mil veces si el esfuerzo merece la pena, cómo se derrumba cada vez que se lesiona… Nos quiere mostrar su verdadero yo y así, ella sola, va demostrando de qué pasta está hecha.
"El bicho" cántabro
No hay un pabellón español que no haya tenido colgada una pancarta con las palabras “Vamos Bicho”. Todo el mundo sabe quién es, lo que supone y que “el bicho”, como siempre, dará espectáculo. “El bicho” no es nada más y nada menos que nuestra entrevistada. Cuando le pregunto por ese apodo da un pequeño salto en su cama y me dice: “Uy, esa pregunta no me la esperaba”. Me explica que el mote se lo puso su padre, cuando era tan solo una niña porque nunca paraba de moverse. Su progenitor comenzó a utilizarlo como “grito de guerra” en los campeonatos para que supiera que no estaba sola: “Mi padre siempre me grita: ¡vamos, bicho! Así, yo puedo localizarlo en la grada y pelear tranquila”. Ahora no es solo su padre el que utiliza este grito de guerra para que “el bicho”, como siempre, ponga a la grada en pie.
Lesión
El mayor miedo de un deportista de élite es la lesión. Este es el enemigo que siempre te persigue y con el que aprendes a convivir, pero con el que nunca te quieres encontrar cara a cara. Nadia se rompió el ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda en el mes de enero y pasó por el quirófano tan solo hace un par de semanas. Cuando le pregunto por su rodilla su semblante cambia, se pone seria y utiliza un tono neutral. Nadia vivía uno de sus mejores momentos a nivel deportivo cuando se lesionó: “Antes de la pandemia tenía casi asegurada mi plaza en el preolímpico y ahora no tengo nada”. Nadia narra los acontecimientos previos y posteriores al fatídico suceso como si de una película se tratara. Cree que fue la sobrecarga de la semana lo que provocó la rotura. Estaba en una concentración con el equipo nacional cuando en medio de un combate dio un mal paso y cayó al suelo. Lo primero que pensó fue: “seis meses”. Justo eso era lo que quedaba para el preolímpico y lo mínimo que se requiere para recuperar una lesión como la suya. Con todo esto en la cabeza y tirada aún en el tatami por la caída, Nadia gritaba: “No por favor, no por favor”. En la sala de entrenamiento se hizo el silencio y sus compañeras lloraban, todos sabían lo que suponía el sonido que había hecho su rodilla: adiós al sueño olímpico de la promesa del kárate español.
Antes de la pandemia tenía casi asegurada mi plaza en el preolímpico y ahora no tengo nada
Nadia Gómez con una férula en su pierna unas semanas después de su operación. Imagen: Nadia Gómez
Perderse unos Juegos Olímpicos supone mucho a nivel deportivo. Sin embargo, detrás de cada atleta hay una persona que carga emocional y mentalmente con todo ese esfuerzo que, en cuestión de segundos, se transforma en baldío. “El bicho” confiesa que el año pasado volvía a Madrid siendo una niña, pero poco a poco iba creciendo como deportista y cayendo en la cuenta de que una plaza olímpica era alcanzable. Pero llegó la lesión y entonces sintió que había perdido tres años y medio de su vida en los que se había enfocado únicamente en el kárate. Nadia tenía en mente los Juegos Olímpicos y en ese momento no significaban nada para ella los logros que hasta entonces había conseguido. Lo sentencia con total rotundidad: “La lesión psicológicamente me destrozó, para mí fue un duelo”.
Pero Nadia es una chica positiva, que fija objetivos a largo plazo y es capaz de sacar el lado bueno hasta en lo que aparentemente parece un desastre. Cuando le pregunto qué se lleva de la lesión nos contesta con firmeza: “Me llevo mucho, muchísimo. Me he dado cuenta de que tengo un montón de gente que me quiere, un montón de gente que se preocupa por mí y que hay cosas más importantes que el deporte”.
Y entonces encajo todas las piezas. “El bicho” cántabro no es solo una máquina de conseguir medallas, es una persona repleta de valores, alguien puro y real. Nadia Gómez es la mejor karateca española de su tiempo y además una de las mejores personas que conozco. Yo he podido compartir con ella numerosos momentos, pero su modus operandi también se infiere de esta entrevista: Nadia es de demostrar. Después de haber leído estas líneas probablemente a ti también te haya demostrado que es alguien digna de admirar.
Le pido unas últimas palabras: “¿Cómo ves tu futuro en el Kárate?”. Nadia, como siempre que tiene en mente un objetivo nos responde tajante: “Quiero ser campeona del mundo absoluto y tengo claro que lo voy a ser”.
Todos sabemos que lo hará porque Nadia nos ha demostrado que lo suyo sí es ganar.