viernes. 22.11.2024

El referéndum del 1-O ha traído consigo debate, confusión y mucha, mucha polémica. La Selección Española, como era de esperar, se ha visto involucrada en todo este asunto. Pero, ¿de qué modo lo ha hecho? Del peor posible. Tras los últimos acontecimientos en Cataluña y aprovechando la reciente concentración del equipo, la afición se divide entre los que quieren fuera a Gerard Piqué y la minoría que apoya al central catalán.

Todo esto viene de lejos: el revuelo que genera este jugador es difícilmente comparable en el panorama nacional. Cada declaración, cada tuit, incluso cada gesto es aprovechado para llevar al límite la situación e intentar hacer creer que Piqué es el antihéroe de la selección. Es un asunto atractivo, la gente busca la polémica hasta debajo de las piedras y los grandes medios deportivos se aprovechan y explotan esto hasta el punto de parecer forzado. Bienvenidos a la prensa rosa del fútbol.

Hace poco más de un mes, días antes del partido clasificatorio contra Italia, toda la selección se manifestó en contra de los pitos a Piqué; los jugadores lo defendían y hasta la prensa deportiva madrileña rogaba que no se pitara más a un jugador de “La Roja”. Todo era maravilloso, ¿qué ha pasado? ¿Cómo se ha pasado tan rápido del amor al odio?

La política, cómo no, siempre ha sido una cuestión recurrente en ruedas de prensa y entrevistas a Piqué. Hay que recalcar que ha sido recíproco, al jugador le fascina hablar de esto y nunca se ha cortado a la hora de dar su opinión en asuntos de actualidad. El “problema” está cuando habla de la independencia de Cataluña. Pero no, no voy a dar mi opinión sobre esto, no llevemos más la política al fútbol.

 

 

Los requisitos para acceder a la selección nacional siempre han sido claros: tener la nacionalidad y destacar en el terreno de juego. Sin embargo, en los últimos meses los medios deportivos han añadido otro requisito: sentir y mostrar el orgullo de ser español. A lo largo de la historia, hemos visto a futbolistas jugar en dos y hasta en tres selecciones (véase Kubala, que jugó con Checoslovaquia, Hungría y España), y nadie ha puesto en duda su compromiso ni los han tachado de traidores. Un caso destacable es el de Diego Costa. El jugador del Atlético de Madrid dudó entre jugar en Brasil o España, pero cuando entró a la Selección Española, no hubo ninguna portada de periódico dudando de su patriotismo. Fue todo lo contrario, se celebraba poder contar con un goleador de talla mundial como él.

¿Por qué juzgar a Piqué por su pensamiento? Puede que no estemos de acuerdo con lo que piensa, incluso que nos parezca ridículo, pero es excesivo querer que abandone por expresarse libremente. Lo único que debería importar y sobre lo que se debería debatir es su rendimiento en el terreno de juego y sobre su compromiso, y este es incontestable. La selección no es un partido político, es un equipo de fútbol, sin más.