Magallanes y Elcano emprendieron hace 5 siglos una expedición marítima que nunca antes se había llevado a cabo: la primera vuelta al mundo. Los gastos del viaje eran financiados por la Corona española y la expedición estaba capitaneada por Fernando de Magallanes.
El objetivo de la expedición era descubrir una ruta comercial en la que encontrar especias por las diferentes islas a su paso. Partieron el 20 de septiembre de 1519 cinco buques desde el puerto de Sanlúcar de Barrameda. Los cinco buques que formaban parte de la expedición se llamaban la Trinidad, la San Antonio, la Concepción, la Victoria y la Santiago. En ellas viajaban 256 tripulantes, de los que solo 18 regresaron a España el 6 de septiembre de 1522, en la Nao Victoria. Para ese momento, Magallanes había fallecido en combate y Juan Sebastián Elcano quedó al mando de la expedición.
La tripulación
El 60% de la tripulación que embarcó era de origen español, según un estudio de la Primera Vuelta al Mundo realizado por Tomás Mazón. La mayoría procedían de Andalucía, de Sevilla o Huelva, y del resto de la península también había muchos hombres, destacando la parte norte como Vizcaya y Guipúzcoa. Tiene sentido que una gran parte de los marineros fueran andaluces ya que fue desde allí donde salió la embarcación. También reclutaron tripulación de otros países como Portugal, Italia o Francia.
La tripulación sufrió mucho durante la expedición, pasando hambre y contrayendo enfermedades que no podían curar. Al menos 51 de los 256 tripulantes murieron por una de esas causas. Hay que tener en cuenta que en ese momento no contaban con la tecnología que tenemos en la actualidad para conservar los alimentos, y la mayoría de las reservas de comida fresca y agua que llevaban se corrompieron en los primeros meses del trayecto. Su alimentación era a base de pan, bizcocho, vino, legumbres, frutos secos y algunos animales o peces que conservaban en salazón.
Estos buques solían tener una medida de 20-23 metros de longitud (o eslora) y 7 metros de ancho (o manga). Un espacio reducido dónde convivían alrededor de 45 a 60 hombres en cada embarcación. El capitán de cada barco era el único que tenía cámara propia, o habitación, ya que contaba con más privilegios. Sin embargo, los demás marineros buscaban un hueco en los pocos espacios libres de la cubierta, ponían una manta y ese era su lugar de descanso.
Pasar tantos días en alta mar era peligroso e inquietante, y más aún cuando los marineros no sabían hacia dónde se dirigían ni cuánto tiempo estarían navegando. Sin embargo, convertirse en tripulante de una de las embarcaciones suponía para muchos una salvación. Huérfanos o pobres se convertían en hombres de mar, aunque era un oficio peligroso, para tener un trabajo pagado con dinero y con posibilidades de ascenso
Reparto de cargos y labores entre los marineros
Había una jerarquía impuesta en cada embarcación que era inquebrantable. En primer lugar, había dos grupos de marineros diferenciados:
- Los mandos de la embarcación eran hombres que tenían buena posición social, como podría ser el capitán o el patrón. También se encontraban en este grupo los que tenían mucho conocimiento o e experiencia marítima, los cuales tenían el cargo de piloto o maestres.
- El resto de oficios lo llevaban a cabo marineros u oficiales, los cuales conseguían su puesto según el conocimiento de navegación (astronomía, matemáticas, aritmética…) que tuvieran.
Según el grupo al que perteneciese así era la dureza con la que vivías la travesía. El capitán o el patrón, tenía mejor lugar donde dormir, mejor ración de comida y por supuesto mayor sueldo que los marineros.
Algunos de las tareas que debían hacer los marineros según su oficio eran:
Infografía sobre las tareas que realizaban los marineros.
Diversiones y entretenimientos en un galeón del siglo XVI
Para variar un poco las tediosas tareas diarias que realizaban, los marineros buscaban entretenimiento en todas partes. Bien es cierto que los mandos de la embarcación no daban lugar a que se divirtieran mucho, pero aprovechaban el poco tiempo de descanso que tenían para hacer algunas actividades.
Si tuviéramos curiosidad por saber cómo era un día normal en la vida, solo nos bastaría con leer el diario de Antonio Pigafetta. Este hombre, de origen italiano, fue uno de los 18 supervivientes que regresaron a España y trajo consigo una obra considerada de gran valor para entender el viaje de la primera vuelta al mundo. “Relación del primer viaje alrededor del mundo” es el cuaderno de Pigafetta donde contó todo el itinerario del viaje y también cómo era la vida diaria de la tripulación.
Algunos marineros se entretenían haciendo música y pasaban buenos ratos tocando canciones. Habían llevado consigo instrumentos como chirimías, el antepasado del oboe, también trompetas, flautas o guitarras. La chirimía era también un elemento importante en todos los barcos. Era obligatorio llevar este instrumento porque también lo usaban para transmitir órdenes y para tocar himnos de combate. En muchas ocasiones realizaban obras de teatro o espectáculos, en los que tocaban canciones y hacían danzas, sobre todo para entretener a invitados especiales cuando viajaban con ellos.
Así sonaba el instrumento musical por excelencia del siglo XVI: la chirimía.
Una de sus aficiones favoritas eran los juegos de azar, como los dados o los naipes, aunque oficialmente estaban prohibidos los juegos con dinero. Sin embargo, al haber tan pocas diversiones, incluso los capitanes pasaban por alto esta norma y se unían a las partidas. En muchas inventarios que se han realizado en barcos se han encontrado juegos de este tipo, lo que quiere decir que sí los llevaban a cabo.
El entretenimiento más tranquilo y provechoso a bordo era la pesca, ya que después también podían comerse lo que pescaran. En contadas ocasiones, los marineros centraban sus esfuerzos en pescar grandes peces como el tiburón. Hay varios informes, como la obra Viaje alrededor del mundo de Gemelli Careri, que explican como les gustaba ir detrás de peligrosos tiburones, atraparlos y hacerles daño, para luego devolverlo al mar y disfrutar con el dolor del animal. De esta forma, muchos de ellos se servían del tiburón para descargar su furia o demostrar su valentía.
Los marineros también utilizaban los momentos de calma para hablar, cotillear y contar historias. También dedicaban tiempo a la lectura, aquellos que sabían, y los analfabetos simplemente escuchaban a los que leían en voz alta. En muchas expediciones también se encontraban libros de escritura y de cuentas, lo que demuestra que muchos de ellos dedicaban tiempo a aprender a bordo. Para ellos eran muy importantes los libros de culto, para ello el cura, eclesiástico o fraile que iba a bordo sacaba su libro sacro o se ponían a recitar oraciones.
Sin embargo, la mejor noticia que podían recibir era que avistaban la costa. Cuando llegaban a ella por fin podían asearse, beber y comer en condiciones y también disfrutar de un rato divertido en cualquier taberna, si la había.
Un marinero muy twittero
Recientemente hemos descubierto que uno de los marineros de la Nao Trinidad se ha hecho una cuenta de twitter. Su nombre es Juan Rodríguez, aunque lo llaman “el sordo”. Este marinero, de origen sevillano, fue uno de los cuatro supervivientes de esta nao. Regresó a España 5 años después de la llegada de Elcano, ya que lo apresaron en las Molucas. En 1525 consiguió regresar a Lisboa, siendo el primero de los de la Nao Trinidad que consiguió volver.
En su cuenta de twitter cuenta un poco su día a día: las tareas que realizan, la relación con los demás marineros o a qué dedicaban su tiempo.
Hola marineros! Soy nuevo en esta red social, pero estaré encantado de compartir con vosotros mis experiencias en alta mar. Saludos 👋
— Juan Rodríguez (@JuanRod57685030) November 24, 2019
Hoy el mar se ha despertado en calma, así que podremos hacer nuestras tareas con gusto. Algunos atan cabos, otros arreglan las cuerdas, remiendan las redes... A nosotros nos encanta nuestra nao Trinidad ⛵️ pic.twitter.com/avGgNEBsun
— Juan Rodríguez (@JuanRod57685030) November 24, 2019
A mi me ha tocado hacer reparaciones en el barco, ya que soy marinero de maestranza. En Sevilla ya era carpintero, así que aquí hago los arreglos que puedo al barco ⚒️ pic.twitter.com/m5BR005Hfr
— Juan Rodríguez (@JuanRod57685030) November 24, 2019
Aquí os pongo una foto con mi amigo Pedro de Sabina, los dos somos carpinteros en la Trinidad. Estamos orgullosos por lo bien que ha quedado la reparación de la proa 😃 pic.twitter.com/f6bz6dr2Ka
— Juan Rodríguez (@JuanRod57685030) November 24, 2019
Después de una mañana dura de trabajo, vamos a jugar unas partidas a los naipes. Nos encanta este juego, aunque algunos tengan muy mal perder 😂 pic.twitter.com/lnK6JE3Qto
— Juan Rodríguez (@JuanRod57685030) November 24, 2019
De fondo escuchamos como algunos tocan la flauta o la chirimía. ¿Sabéis como suena una chirimía? ¡A nosotros nos encanta!
— Juan Rodríguez (@JuanRod57685030) November 24, 2019
Ahora vamos a probar suerte con la pesca. ¡Ayer cogimos muchísimos peces! Después nos sentaron muy bien en la cena 🍽 🐟 pic.twitter.com/FGToMx1iZg
— Juan Rodríguez (@JuanRod57685030) November 24, 2019
Esta noche el clérigo Pedro nos ha prometido leernos algunos relatos de sus libros sacros... ¡estamos deseosos de escucharlo! 📖
— Juan Rodríguez (@JuanRod57685030) November 24, 2019
Hasta aquí el día de hoy... Ha sido largo pero intenso. Tenemos muchas ganas de seguir con esta aventura, pero a la vez las fuerzas empiezan a flaquear.
— Juan Rodríguez (@JuanRod57685030) November 24, 2019
Ojalá lleguemos pronto a tierra 🌊