miércoles. 30.10.2024
Reportaje V centenario vuelta al mundo

La primera vuelta al mundo y el último 'all in' de Magallanes

Fue la aventura más grande jamás conocida hasta el momento. Monstruos, motines, emboscadas y enfermedades asolaron a los aventureros que emprendieron la primera vuelta al mundo. Todo, por extender y enriquecer un imperio y darle su verdadera dimensión al mundo que habitamos.
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Imagen 11 Recreación de una de las naves fondeada en el río Guadalquivir, Sevilla.           

Desde un lugar muy parecido al de la foto partió la que puede ser, aún a día de hoy, la expedición más importante enviada desde nuestro mundo occidental; ese viaje no puede ser otro que el que emprendieron Juan Sebastián Elcano, Fernando de Magallanes y su tripulación en 1519. Un viaje que cambiaría la forma de entender el mundo para siempre: se ubicaron nuevos lugares, se descubrió nueva fauna y nueva flora y se consiguió poner dimensiones al planeta en el que vivimos. Lo que no cambió fue la ambición occidental de querer extenderse como el aceite sobre el agua.

Todo comenzó como una apuesta. Magallanes aseguraba que había un paso hacia oriente atravesando lo que entonces ellos conocían como las Indias (hoy el continente americano). Y fue a proponerle la apuesta a su rey, el portugués Manuel I, quien tenía en no muy buena consideración al marinero, por lo que no tardó mucho en quitarle (al menos por el momento) esas ideas de su cabeza. Lo cierto es que el susodicho Manuel veía a Magallanes como un “soldado molesto que era mejor quitarse de encima cuanto antes”. Así, el espíritu ludópata del bueno de Fernando le empujaría a proponer su apuesta en otros reinos y para ello debía pedir la retirada de su nacionalidad, y, como es fácil de suponer, su rey no tuvo muchos problemas en concederle (esta vez sí) sus deseos.

De esta forma, Magallanes presentó su apuesta al rey de España, que por entonces era Carlos I, que no solo vio la apuesta del marinero, sino que la subió y, además, de financiarle la expedición, le colocó al lado a un navegante patrio, Juan Sebastián Elcano, para que dirigieran juntos la expedición, que partiría ya con una clara bicefalia en su capitanía.

Hay que reconocer que la aventura era arriesgada ya desde un principio, pues la cartografía de la época estaba, como es normal, muy enfocada hacia el mar Mediterráneo. Tanto era así que el océano Atlántico era conocido entonces como el mar Tenebroso. Pero la promesa de conquistar nuevos territorios para el reino y traer valiosísimas especias convencieron al monarca español. Y es que, por aquel entonces, como decía Gerardo Vidal Guzmán en su “Tiempo de las reformas y los descubrimientos”, las especias tenían entonces una rentabilidad del 2.000%, una cifra que colocaría el símbolo de la moneda local en las pupilas del más pintado, al más puro estilo de los dibujos animados.

 

Imagen 2Retrato de Magallanes y Juan Sebastian Elcano.

Y la aventura comienza.

 

  • Sevilla (10/8/1519) – Sanlúcar de Barrameda

 

La expedición partiría del puerto de Sevilla hacia Sanlúcar con varios retrasos “estratégicos” hechos por parte de Magallanes para evitar encuentros con sus compatriotas portugueses y esquivar cualquier posible represalia.

 

Tras salir ya por fin de la península, la expedición se dirigiría hacia las islas Canarias, echando el ancla en el puerto de Tenerife para, desde ahí, partir ya por ese mar Tenebroso que pocos habían tenido la ocasión de navegar.

 

  • Tenerife (30/9/1519) – Bahía de Santa Lucía (13/12/1519)

 

Tras tres meses de viaje los barcos llegaron a tierra en la Bahía de Santa Lucía, lo que hoy conocemos como Río de Janeiro, en Brasil. Durante ese viaje se registró la primera baja notable del viaje, la del maestre de la Nao Victoria, Antón Salomón. Esta muerte no ayudó a cerrar las grietas que había dentro de la tripulación y a raíz del fallecimiento del maestre tuvo lugar una fuerte discusión entre Fernando de Magallanes y Juan de Cartagena, capitán de la nao San Antonio, que acabaría arrestado.

 

Tras dejar atrás la bahía brasileña (pero no los problemas derivados de ese viaje) los navegantes llegarían al Río de Plata, donde tres años atrás otro explorador, Juan Díaz, fue atacado, asesinado y devorado por las tribus nativas del lugar. Nuestros protagonistas no corrieron esa fortuna y la apuesta de Magallanes seguía en pie.

 

Y la apuesta casi se convierte en farol.

 

  • Río de Plata (2/2/1520) – Puerto de San Julián (30/3/1520)

 

Tras salir de río de Plata, la expedición siguió con rumbo sur y las temperaturas comenzaron a bajar de forma significativa, lo cual no facilitaba las cosas, que aún se pondrían más complicadas.

 

Desde hacía ya algún tiempo, los capitanes Juan de Quesada y Luis de Mendoza tramaban sublevarse contra el mando de Magallanes y para ello se valdrían de la ayuda de casi todos los oficiales de las tres naves. Pero el portugués lograría frenar el golpe y al más puro estilo de los piratas, aplicar mano dura y mandar ajusticiar a los responsables de la sublevación. A Juan de Cartagena y Pero Sánchez Reina, otros valedores del golpe, los abandonaría a su suerte por aquellas tierras como si de Jack Sparrow en la saga ‘Piratas del Caribe’ se tratase. Al resto de sublevados les perdonaría la vida, no por magnanimidad, sino por necesidad, ya que sin ellos sería muy difícil gobernar las naves.

 

Además, para más inri, la nao Santiago se perdería en una exploración por esos mares debido a los fuertes oleajes. Le crecían los enanos al pobre Fernando.

 

A pesar de los problemas, la expedición seguiría su camino y llegaría al puerto de Santa Cruz, donde fondearían unos 53 días que aprovecharon para aprovisionarse, pues allí la pesca era muy abundante.

 

 

Imagen 3Foto de la recreación de uno de los barcos. Fuente propia.

  • Puerto de Santa Cruz (18/10/1520) – Estrecho de Magallanes – Isla de los Ladrones (6/3/1521)

 

"Mientras estábamos en esta incertidumbre sobre su muerte -de las tripulaciones de la Concepción y la San Antonio- los vimos venir hacia nosotros, singlando a toda vela y con los pabellones desplegados, y cuando estuvieron más cerca saludaron con descargas de las bombardas y prorrumpieron en exclamaciones de júbilo. Hicimos nosotros lo mismo, y al saber que habían visto la continuación de la bahía, o, mejor dicho, del estrecho, todos juntos dimos gracias a Dios y la Virgen María, y proseguimos la ruta". Esto escribiría Antonio de Pigafetta cuando las naves se aventuraron por un paso nunca antes visto y que después del viaje se conocería como el estrecho de Magallanes. Durante ese viaje, una fuerte tormenta de casi 2 días alejó las naves San Antonio y Concepción, aunque pasada la tormenta las tripulaciones se volvieron a encontrar entre gritos de júbilo, descargas de los cañones y banderas izadas. Magallanes ya veía su all in particular, sin sospechar qué supondría tal subida en su apuesta.

 

En el paso del estrecho sufrirían el hundimiento de la nao Santiago y la deserción de la San Antonio. Así, con los abandonos forzados y los voluntarios, la expedición siguió su camino y llegaron de nuevo a mar abierto. Las sospechas sobre ese paso que existía en algún punto de las Indias se habían materializado. Habían llegado al océano Pacífico.

 

Dicho océano no le dio mucha tregua a la tripulación, ya que no les ofrecía ningún lugar donde poder parar y eso provocó enfermedades dentro de los barcos. El escorbuto, la más común, por la falta de alimentos frescos. Aunque en proporción las bajas no fueron tantas, a partir de este punto del viaje se sucederían de forma más continuada que en la primera parte del viaje. Ya saben eso de que un gran objetivo conlleva grandes sacrificios, y ellos estaban dispuestos a hacerlos.

 

 

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2 Gráfica de las bajas durante la expedición.

 

Y llegó el all in de Magallanes

Tras las penurias pasadas por los tripulantes en la travesía por el Pacífico, llegan a las Molucas. La primera vez que tocan tierra allí será en la isla de Homonhon, donde los nativos fueron muy hospitalarios con los visitantes, que empezaron a mejorar de sus enfermedades. Aún así la tripulación no bajaría la guardia. Y hacía bien. De la isla de Homonhon llegarían a la de Mazava, lugar en el que seguirían encontrando calma pero no relajación.

  • Isla de Mazava (4/4/1521) – Cebú (7/4/1521)

 

Tras casi dos años de viaje y con la expedición ya en Filipinas, las naves llegan a Cebú, otra isla de las muchas que integraban el archipiélago. La tripulación atraca en Cebú mostrando sus armas, ante lo que los nativos reaccionarían con miedo, aunque finalmente, Magallanes lograría convencerles de que no era más que un gesto de buena voluntad. Allí convertirán al cristianismo a miles de personas. La apuesta continuaba en pie.

 

Sin embargo, el rey de la población vecina de Mactán sí decidió enfrentarse a los expedicionarios. Magallanes resolvió ir con pocos hombres al desembarco en la playa y sufrieron la emboscada de un numerosísimo ejército de nativos, por lo que la ofensiva de los visitantes fue ineficaz. En dicha emboscada caerían varios hombres de la expedición, entre ellos el impulsor del viaje, Fernando de Magallanes, el cual, según las crónicas, murió honorablemente alcanzado por una lanza mientras defendía a sus hombres. Jamás vería completada su apuesta.

 

Pero aún habría más. Tras la muerte de Magallanes, el rey de Cebú quiso estrechar lazos con los viajeros, que sospechaban de otra emboscada (todos unos linces), pero consideraron que sería un acto de cobardes no asistir a la invitación, esto es, en equivalente en nuestro tiempo, a decidir si ir o no a una comida con la familia de tu pareja, siempre arriesgado. Las sospechas de la tripulación fueron ciertas, y, estando a punto de empezar la comida, fueron asaltados en la sala por varios hombres con cuchillos que acabarían con la vida de otros 26 integrantes de la expedición. Tras todo esto y por una vez, sin que sirviera de precedente, los viajeros deciden hacer caso a la lógica y a su instinto de supervivencia y emprenden la huída.

 

Tras el desastroso paso por las Molucas, la tripulación quedó reducida a unos 116 hombres, por lo que el nuevo capitán de la expedición junto a Elcano, Lopes Carvalho, decide quemar una nave al ser imposible gobernarlas todas con tan pocos hombres. Tras las Molucas se despiden de la nave Concepción.

 

Este nuevo capitán parecía no tener muy clara la ruta a seguir, las naves navegan sin rumbo aparente por las islas hasta que encuentran Brunei, donde preveían encontrar riquezas. Permanecieron allí durante 20 días.

 

Imagen 5              Foto de la recreación de uno de los barcos. Fuente propia.

En Brunei Lopes Carvalho sigue recibiendo duras críticas y tras salir de allí, el rumbo sigue siendo incierto y una de las naves encalla. Para repararla, con tan pocos hombres y muy débiles algunos, tardaron 37 días, demasiados.

 

La expedición decidiría regresar a las Molucas, cargar las naves de especias para llevarlas a España y por fin poder cumplir el cometido de la expedición. En esa travesía libran un combate con otra nave que se dirigía a Brunei, y, sorprendentemente, salen victoriosos. De esa victoria consiguen varios rehenes que les guían de nuevo a Filipinas.

 

En su vuelta a Molucas, la expedición llega a Tidore y es recibida por el rey Almansur. Los tripulantes se apresuran en cargar las naves y el 25 de noviembre se ponen a ello, pero al partir notan que algo no va bien, a la Trinidad le cuesta avanzar, por lo que dan la vuelta y se dirigen de nuevo a tierra.

 

¿Y ahora qué?

 

Los barcos llegan de nuevo a los dominios del rey Almansur, quien les ayuda a solucionar su problema con la nave Trinidad, pero sin éxito. La resolución que se le da es que la Victoria ponga rumbo oeste para seguir la travesía hacia España sola y la Trinidad emprendería el viaje en sentido contrario hasta lo que hoy conocemos como Panamá.

 

Por precaución también se redujo la carga introducida en la nao Victoria, quedando en unas nada desdeñables 27 toneladas. El 21 de diciembre partirá rumbo a España contando con 13 nativos, 47 tripulantes y velas nuevas en el que puede ser uno de los mayores actos de valentía (o de inconsciencia, o de sentido del deber, ya depende de cómo quiera verlo el lector) que se han producido en la historia.

 

  • El viaje de la Trinidad

 

El 6 de abril la nao Trinidad estuvo lista para partir y sus capitanes Espinosa y Juan Bautista de Punzorol logran, con gran intuición, dirigirla hacia el Pacífico, pero una tormenta de 12 días deja la nave prácticamente ingobernable. Y como no hay mal que por bien no venga, deciden fondear en unas islas remotas en el océano que resultaron ser después las islas Marianas. Pero las desgracias nunca vienen solas y cerca de dichas islas unos portugueses apresan el barco y su mermada tripulación, que fue tratada con dureza y cuyos integrantes quedaron como esclavos. En 1527 se logró rescatar a 3 de ellos.

 

Como el lector podría haber intuido, la aventura de esta nave no duraría mucho.

 

  • El viaje de la nao Victoria

 

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3 Travesía de la nao Victoria en solitario

A estas alturas, cualquier atisbo de bicefalia en la capitanía del viaje había sido cortado de raíz por el destino y por las pocas fuerzas que le quedaban a la tripulación, por tanto, Juan Sebastián Elcano es líder indiscutible de lo que queda de la expedición. El mismo Elcano tomaría la misión que afrontaban casi como un suicidio, ya que para no correr la misma suerte que la Trinidad, deberían evitar las rutas portuguesas, por lo que deberían explorar un océano desconocido.

Conforme se aproximaban al sur, las tempestades, las mareas muy agresivas y los vientos desfavorables se suceden, sobre todo a la altura del Cabo de Buena Esperanza; la tripulación estaba muy enferma en su mayoría y a ese ritmo pronto el barco quedaría a su suerte. Las inclemencias del tiempo llegan incluso a partir el mástil y desde el mes mayo las bajas en la ínfima tripulación son incesantes.

A la vista de la situación, Elcano somete a votación una decisión arriesgada, pero también necesaria. Las opciones a elegir eran: seguir hasta España sin parar y enfrentarse a una muerte casi segura o fondear en Cabo Verde, territorio portugués y enfrentarse a una muerte casi segura. Ante este abanico de posibilidades los viajeros decidieron arriesgarse y fondear en la isla.

 

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Foto de la recreación de los barcos. Foto propia.

  • Cabo Verde (13/7/1522) – Sanlúcar de Barrameda (6/6/1522)

 

Tras tomar la decisión deciden fondear en aguas cercanas a Cabo Verde y envían un bajel para tantear la zona. En la Victoria esperaron la vuelta de la avanzadilla navegando por cerca de la isla, pero al pasar toda la noche y no recibir noticias se esperaron lo peor. A la mañana siguiente, la nao Victoria se acercó a puerto donde las autoridades portuguesas les comunicaron lo que había pasado con sus compañeros: habían sido detenidos. Además, pedían la entrega inmediata de la nave. Antes eso, Elcano hizo lo que cualquiera hubiera hecho, desplegó las velas y huyó, por lo que los portugueses recordarán ese día como el día en que casi atrapan al capitán Elcano, por parafrasear al ya mencionado Jack Sparrow.

 

Tras eso, la suerte, por una vez, les sonrió. Tomaron la ruta de las islas Azores y por esas latitudes el viento se realzó, infló las velas del barco y tras 14 días de desesperación, por fin, vieron tierra, SU tierra.

 

De esta forma, tras muchos sacrificios, penas y un durísimo camino que duró 1125 días, lograron llegar de nuevo a Sanlúcar de Barrameda. Habían dado la vuelta al mundo. Victoria.

Durante los 1125 días que duró la travesía los tripulantes trajeron consigo grabados y testimonios de nuevos e increíbles animales, así como de plantas muy útiles y muy valiosas, aquí el lector puede saber más de esas especies en dos álbumes especiales creados para este reportaje: