La situación actual sobre la pandemia se caracteriza por la ansiada llegada de la inmunidad de rebaño, momento que aún tardará en llegar. Según un informe del Ministerio de Sanidad a fecha de 10 de septiembre de 2021, el número de personas con ambas dosis puestas alcanza la cifra de las 35.070.311 personas vacunadas, es decir, el 73,9% de la población. Con la relajación de las medidas, cada vez más permisivas, y con la población consciente de esa inmunidad, las fiestas masificadas se han disparado, sobre todo en la comunidad universitaria.
Hablamos con algunos jóvenes universitarios como Sofía, estudiante de la Universidad Loyola, quien confiesa que vive en un piso de estudiantes y cada vez que salen de fiesta acaban en el piso porque todo lo demás cierra demasiado pronto y no hay otro sitio al que ir.
Pero en la actualidad hay una gran diferencia con las típicas fiestas universitarias del pasado. Antes de la COVID-19 la fiesta empezaba en los pisos de estudiantes o en sitios al aire libre y terminaban en los bares y discotecas hasta la madrugada. Actualmente, es al revés, empiezan en los bares y cuando estos cierran los estudiantes se dirigen a casas y pisos para terminar allí la fiesta.
La diferencia entre bares y pisos es clara, mientras que unos deben respetar unas medidas, como por ejemplo un máximo de 6 personas por mesa y con distancias de seguridad otros no tienen ningún tipo de medida y se puede respirar con más libertad.
Como hemos podido observar en un artículo publicado por David Barrueco en salamanca24horas.com, algunos estudiantes entrevistados por este medio reconocen que están saliendo de “fiesta”. Además, según otro artículo publicado por LAVANGUARDIA las fiestas universitarias de bienvenida extienden la COVID en EE.UU. Otro claro ejemplo de descontrol es el caso publicado por Europapress donde el alcalde de Belmez (Córdoba) declara que debemos ser responsables tras registrarse 30 positivos en una fiesta de estudiantes.
Mientras se van levantando las restricciones a lo largo del país, en función de la tasa de contagio, las fiestas universitarias en los pisos de estudiantes se sitúan en el punto de mira por la inevitable falta de control en ellas.