Es pleno mes de mayo, y parece que la primavera ya abandona Sevilla, o eso hacen entender los termostatos y las nubes de polvo que envuelven el ambiente. Pero no eso impiden a los turistas salir a la calle, rodeando el casco histórico de la ciudad, y aprovechando las fuentes de agua y el aire acondicionado de los locales para refrescarse, mientras disfrutan su estancia en la localidad sevillana, contemplando los monumentos más emblemáticos y buscando los mejores planes para exprimir al máximo la ciudad. Sin duda, muchos recurren a la opción más pintoresca: un paseo en coche de caballos.
Un buen número de ellos recorren diariamente las calles de Sevilla, y no es algo nuevo. Las calesas, actualmente reguladas por el Ayuntamiento, forman parte de la identidad sevillana, como pueden mostrar fotografías antiguas de la ciudad. Sin embargo, los tiempos cambian, las ciudades se transforman y la gente se replantea los comportamientos sociales.
No es novedad que, desde hace bastante tiempo, los partidos animalistas denuncian la situación de malos tratos por parte de los cocheros. Sobre todo, cuando se acerca la Feria, momento en que vídeos y fotos de caballos exhaustos y de jinetes que los aporrean para que se levanten. Estos hechos han generado una guerra abierta entre los cocheros y las formaciones en defensa de los animales.
Hablan los cocheros
Actualmente circulan por Sevilla aproximadamente un centenar de coches de caballo con licencia del ayuntamiento. En la mayoría de ellos conviven como cocheros el propietario y el asalariado repartiendo la jornada laboral en turnos de mañana y tarde. Un ejemplo representativo es el caso de Moisés, que responde a cuanto se le pregunta, previa contratación de un recorrido estándar de 45 minutos por el centro de Sevilla y el Parque de María Luisa, por el precio tasado de 45 €. De sus respuestas, resulta claro que el oficio de cochero es una tradición familiar. A los exámenes que convoca el ayuntamiento para la obtención de la capacitación como cochero suelen presentarse hijos, sobrinos, familiares, en definitiva, de los cocheros ya ejercientes.
En su condición de asalariado, Moisés trabaja en el turno de tarde, el más duro en esta época por los condicionantes climatológicos. En él, como en el resto, se reúnen la condición de cochero y algo parecido a un guía turístico que informa a sus pasajeros sobre la historia y características de los principales monumentos por los que pasan sin detenerse. Es evidente la carencia de conocimientos exactos, no solo históricos sino de actualidad, de la que adolecen, pero también es cierto que los que se suben a un coche de caballo no pueden esperar encontrarse con expertos en la historia de Sevilla y sus monumentos. Lo mismo ocurre con el tema del idioma y los turistas; “chapurreamos el inglés”, lo suficiente para hacerse entender, aunque no es su mayor preocupación.
La visión de Moisés, como del resto de sus compañeros, es de absoluto respeto, cariño y cuidado de sus animales; no considera que exista maltrato alguno, él está en contra de pegar a los animales porque, además no se consigue un mejor comportamiento de ellos; ni sobreexplotación de los caballos, porque cada carruaje dispone de cuatro, como mínimo tres, que se van turnando en los días de trabajo y en sus cuadras no solo tienen su pienso y agua necesarios, sino también disfrutan de ventiladores, turbinas de aire, limpieza diaria, etc. Igualmente, las jornadas no son prolongadas, sino que se someten a unos horarios bastante definidos, por lo que un carruaje efectúa una media de cinco recorridos diarios. Además, hay que tener en cuenta que los carruajes, pese a ser antiguos y de madera, cuentan con un sistema de dirección que alivia la carga de los caballos en los giros. Ni siquiera en la Feria, donde conviven con los coches de caballo particulares, los caballos de carruajes públicos aumentan sus jornadas ni horarios de trabajo, “para nosotros es un día más”. Y los incidentes ocurridos en la pasada Feria, golpes de calor, resbalones en los adoquines, etc. suponen un porcentaje mínimo con respecto al gran número de animales que circulan por el Real.
Las anécdotas se cuentan por cientos tanto con turistas despistados como con nacionales que en su boda terminan entrado con el coche de caballos en el césped del Benito Villamarín o con nietos de toreros famosos.
El asunto de los animalistas es bastante más peliagudo y en opinión de Moisés, se dedican a manipular la información, sacarla de contexto y buscar titulares para llamar la atención en las redes sociales. “Los del PACMA no tienen ni idea de caballos”. Desconocen la normativa que tienen que cumplir, las inspecciones que tienen que pasar y obvian la existencia de un grupo especial de la policía local, Grupo Giralda, dedicado al control y la vigilancia de los coches de caballo. Y lo peor, dice, son los insultos que sufren por parte de este colectivo mientras trabajan, con la mala imagen que ello supone frente a los turistas.
Termina el recorrido en el que, además de la información, destaca el ambiente de camaradería que impera entre los cocheros de la ciudad.
Lo que dicen los animalistas: "El maltrato no es ocio"
La candidata por PACMA al Ayuntamiento de Sevilla, Clara Márquez, publicó un vídeo en su cuenta de Instagram donde compartía algunas reflexiones sobre la presencia de los coches de caballo durante la Feria: “Es absolutamente innecesario que se usen animales para el lucimiento personal de unos pocos”. El partido asegura que, a pesar de la regulación establecida por el Ayuntamiento, éstos hacen caso omiso a las recomendaciones y asegurando que la atención es insuficiente. De hecho, Márquez asegura que existen abrevaderos de agua donde los caballos pueden beber en las horas de máximo calor, pero que, en muchas ocasiones los jinetes y cocheros no les llevan a beber, provocando que los animales sufran golpes de calor y desmayos. Para colmo de males, tampoco son atendidos correctamente (a pesar de que, en el Real, hay una caseta para atender a los animales).
Por otra parte, la portavoz asegura que éstos no son casos aislados, y que se repitan cada año. Por ello, reclaman que se busquen alternativas para evitar el sufrimiento de los animales.
La opinión del experto
Acerca del maltrato los veterinarios tienen mucho (o todo) que decir. Adolfo Barrientos Pérez, veterinario de dilatada experiencia, tanto privadamente como en su calidad de funcionario de la Junta de Extremadura, afirma categóricamente que la anatomía del caballo le confiere gran fuerza y resistencia, asociadas a la raza de que se trate, como, por ejemplo, la percherona y la bretona. De hecho, tradicionalmente, estas razas se han empleado para labores de carga y de trabajo en el campo. En cuanto a los caballos que habitualmente tiran de los coches que recorren Sevilla, suelen ser de razas cruzadas, para aportar cierta presencia a la par que resistencia.
En cuanto al calor, estos caballos lo soportan bien estando hidratados, pero no es recomendable que permanezcan a pleno sol en las horas centrales del día. Así, comenta que un requisito imprescindible para dar de alta una explotación ganadera, especialmente de caballos, es que los animales cuenten, al menos, con zonas cubiertas para protegerse del sol, ya que otras inclemencias como la lluvia no les causan incomodidad alguna.
Con respecto al trato de los caballos, se muestra inflexible sobre la improcedencia de golpear a los animales en general y a los caballos en particular, criticando duramente a aquellos que utilizan las espuelas para su doma y los latigazos. Sin embargo, afirma que conducir o dirigir a los caballos con pequeños toques no les supone daño alguno, ni constituye un maltrato.
Concretamente, sobre los coches de caballos de Sevilla, considera que las horas centrales del día no son las más apropiadas para que un caballo tire de un coche cargado con varias personas, aunque esté bien alimentado, hidratado y cuidado.
Finalmente, preguntado sobre su opinión acerca del partido animalista (PACMA) es categórico: “No me gusta nada, no le veo buenas intenciones”. Considera que los integrantes de este partido incurren en lo que se conoce como “animalismo” que no es precisamente el gusto por los animales, sino la colocación del animal al mismo nivel que el ser humano. “No me gusta su filosofía, no me gusta su forma de pensar y no me gusta lo que están haciendo”.
¿Quién tirará del carro en esta situación? Esa es la pregunta que se pone sobre la mesa. Los animalistas consideran que esta situación debe parar y los cocheros consideran que no estos episodios son anómalos. Los expertos nos aclaran que estos animales pueden soportar grandes cargas, y que los pequeños toques que se le dan de vez en cuando son solo pequeñas llamadas de atención, lejos comparable a los golpes que señalan las asociaciones.
Si bien es cierto que encontramos que las condiciones climáticas afectan en gran medida, tanto a las personas como a estos animales. Lo que está claro es que, mientras haya público dispuesto, los coches de caballos seguirán estando presentes en Sevilla. Mientras tanto, los coches siguen circulando por las calles, siendo un atractivo que sigue despertando curiosidad entre los visitantes de la ciudad.