La iglesia de San Agustín, ubicada en la plaza central del barrio con el mismo nombre, sufre humedades que se reflejan en las estructuras y obras de valor histórico que se encuentran en su interior.
Francisco Alcalde, delegado territorial de Cultura, Turismo y Deporte de Córdoba ha afirmado: “Al tratarse de un Bien de Interés Cultural, nosotros tenemos competencias para salvaguardar su conservación”. A pesar de esto, la obligación de su mantenimiento recae en el titular del bien, en este caso la Diócesis de Córdoba.
Para ello, Alcalde ha mandado una comisión de expertos para que haga una valoración de los daños que la iglesia presenta. Los principales causantes del deterioro son las filtraciones constantes de aguas del subsuelo, sumado a la porosidad de la piedra caliza con la que está construida.
Dicha valoración es de carácter preliminar y, cuando se tengan los datos del estudio, el delegado junto a los técnicos, anunciarán a la Diócesis de Córdoba los resultados de la investigación.
Todo ello hace plantear si dicha iglesia se debe cerrar para una nueva restauración, la primera desde que hace 9 años este bien se reabrió al público. Ya en el año 2003 la Consejería de Cultura y Cajasur fueron encargadas de reformar el pilar del crucero y el forjado de la nave sur, así como la restauración de las cubiertas del ábside y del presbiterio, las fachadas norte y sur y la escalera de acceso a biblioteca.
“Es un serio problema que se tiene que solucionar cuanto antes por el bien del templo y de sus visitantes“ afirma Inmaculada Luque, vecina del barrio, ante la cuestión de si el BIC (Bien de Interés Cultural) debe cerrarse para su reforma.
En 2006, empezaron la última renovación estética del interior y de obras pertenecientes al siglo XVII, como la de San Agustín ordenado obispo Padre de la Iglesia, una de las más demandadas por los visitantes y devotos de esta iglesia.
La necesidad de actuación urge para no que se produzcan consecuencias graves para el templo cristiano.