El accidente sucedió en la central nuclear Vladimir Ilich Lenin y fue provocado por el sobrecalentamiento del núcleo del reactor nuclear nº 4 y su posterior explosión, mientras se realizaban pruebas de seguridad.
Según la Escala Internacional de Sucesos Nucleares (INES) se encuentra en un nivel 7, el valor más alto, además de estar considerado como uno de los mayores desastres medioambientales de la historia.
El accidente afectó sobre todo a la ciudad de Prípiat, la más cercana a la central nuclear en la que se produjo el accidente. Actualmente se le conoce como “la ciudad fantasma” puesto que la vida en dicha ciudad llegó a su final el día del desastre. Aproximadamente 350.000 personas tuvieron que ser evacuadas tras la explosión, a causa de las lluvias radiactivas que caían sobre la región. Unas 31 personas murieron en el acto y se calcula que la radiación afectó a 4.000 personas hasta el día de hoy causándole daños genéticos que posteriormente trasmitirían a sus descendientes. A esto se suman las consecuencias psicológicas que originó el accidente a las personas que tuvieron que dejar su hogar y huir para ponerse a salvo de la radiación.
Hoy en día la zona de exclusión que se establece como perímetro de seguridad abarca 5.200 kilómetros cuadrados de tierras abandonadas. Sin embargo, debido al conflicto diplomático existente desde 2014 entre Rusia y Ucrania algunos ucranianos se están trasladando a los alrededores de Chernóbil a pesar de la radiación.
Actualmente sigue siendo ilegal vivir dentro de la zona de exclusión, sin embargo, unas 140 personas continúan viviendo allí, a lo que se unen los refugiados del conflicto. Estas personas buscan rehacer sus vidas en un lugar sin guerra pero conviviendo con la contaminación de un suelo que puede ser una amenaza para la salud debido a un pasado con fuerte radiación atmosférica que hoy en día “no supone un factor de riesgo”, según expone Valery Kashparov, del Instituto Ucraniano de Radiología Agrícola (UIAR) en la BBC.