El séptimo arte vive con el corazón compungido y náuseas en el estómago desde que saliese a la luz el “Caso Weinstein”. Un artículo en el periódico “New York Times” destapó que Harvey Weinstein, uno de los hombres más poderosos dentro de la industria estadounidense, llevaba años comprando el silencio de ocho mujeres a las que había acosado o agredido sexualmente.
El caso, que ha conmocionado a Hollywood, ha abierto una brecha llena de denuncias de violación y acoso que las grandes estrellas de cine han vivido desde hace 20 años. Y es que el caso ha dado paso a la acusación de varias personalidades del mundo de las artes escénicas como cómplices de estos delitos.
Siguiendo en Hollywood, días más tarde del “Caso Weienstein” el diario “Los Angeles Times” publicó que casi 40 mujeres acusaron al director y escritor estadounidense James Toback de acoso sexual durante los años 80.
Ha sido una tendencia generalizada que lleva repitiéndose desde hace años. Un movimiento imparable que, después de tanto tiempo, ha supuesto el fin del silencio.
No solo han salido denuncias contra directores estadounidenses. La artista islandesa Björk denuncio abusos de un "director danés" con el que trabajó. "Me di cuenta de que es algo universal que el director pueda tocar y acosar a sus actrices a voluntad, y que la industria lo permita", denunció la artista.
Una epidemia que también afecta a diferentes personalidades del mundo de la fotografía o la música. Nos encontramos con casos como los de los actores Kevin Spacey y Dustin Hoffman.
Actualmente el fotógrafo de moda Terry Richardson ha sido acusado junto al icónico cómico estadounidense Louis C.K de varios escándolos sexuales que salpican sus respectivas carreras.
Una brecha que, esperemos, sea el fin de la cara oscura de una sociedad dónde este comportamiento está visible en todos sus ámbitos.
