A menos de una semana para ir a las urnas, Brasil se encuentra en una situación cuanto menos confusa, con una población extremadamente polarizada que define a la Brasil de hoy: una nueva generación con ideas liberales que intenta romper con las estructuras más conservadoras.
Para poder entender cómo una persona tan polémica como Bolsonaro está ganando en los sondeos, debemos contextualizar el momento de su aparición como candidato: un país con odio hacia sus dirigentes tras los escándalos de corrupción que se han dado durante el gobierno de Lula Da Silva, PT (2003-2011) y el más reciente impeachment a Dilma Rousseff (2016).
¿Quiénes y por qué votan a Bolsonaro?
El candidato a la presidencia del Partido Social Liberal (PSL) ha sido tachado de homófobo, racista, machista y defensor de la dictadura militar, entre otros. Comentarios machistas como el que le soltó a la diputada Maria do Rosário (PT): “no te violo porque no te lo mereces, eres muy fea”, y comentarios homófobos como “los gais son producto del consumo de drogas” han generado un rechazo inmediato de la mitad de la población, los mismos que se identifican bajo el lema #ElÑao (él No). Entonces, ¿qué ofrece a sus seguidores? ¿por qué le funciona su estrategia populista?
Según The New York Times, sus partidarios lo defienden porque ha prometido enfocarse en la lucha contra la corrupción y la creciente delincuencia, y entre sus propuestas está darle a la policía una mayor libertad para acabar con presuntos criminales y facilitar a los civiles el acceso a las armas. Parece ser que son los propios ciudadanos los que piden una mayor intervención militar; tal como escribió un columnista del diario Folha de Säo Paulo, “cuando la confusión es enorme, se tiende a creer que la entrada de los militares en la escena política es un remedio a última instancia. No es. Cuando los militares ocupan la escena, termina una confusión y comienza otra, la de la anarquía militar”.
Con una clase política brasileña desesperada tras los escándalos de corrupción y una crisis económica, el discurso militarista y antisistema del ultraderechista está siendo bien recibido entre la población. La inseguridad e inestabilidad del país hace pensar que la fuerza y la violencia pueden ser una buena opción; es tanto así que las Fuerzas Armadas son la institución con mayor índice de confianza en el país, con un 78% según encuestas de Datafolha. La guinda del pastel en esta situación de inestabilidad es la crisis migratoria del país fronterizo, Venezuela, que le viene como anillo al dedo a Bolsonaro para asegurar a sus seguidores más xenófobos con medidas de control en la frontera.
“Bolsonaro no es el mejor presidente para Brasil pero sí es uno de los mejores candidatos del momento"
-Raphael de Marco Felicissimo
Raphael de Marco Felicissimo, ingeniero mecánico de Sâo Paulo, Brasil, tuvo que emigrar a Inglaterra este año por falta de oportunidades. Él ha contado a Milla Cero que los 12 años de gobierno del PT han roto el país, ya que el partido socialista “ha robado el dinero de todos”. Tras criticar la trayectoria del PT, afirmó que “Bolsonaro no es el mejor presidente para Brasil pero sí es uno de los mejores candidatos del momento", ya que "es un ex militar que podría darle más seguridad a las personas”, y enfatizó positivamente el hecho de que este daría más libertad a los policías en el uso de las armas.
¿Qué ha significado el movimiento #EleÑao?
Las mujeres brasileñas, junto a los homosexuales, han sido y siguen siendo los grupos más marginados en el país latinoamericano. Las mujeres, aunque conforman un 52,3% del electorado, no se consideran un sector influyente ya que, según los partidos tradicionales, votan lo que el esposo vote. La realidad de Brasil es machista hasta el punto de que hay mujeres que apoyan abiertamente a Bolsonaro justificando que él pondría “orden en la casa”.
El movimiento #EleÑao le está dando voz a las figuras femeninas y está subrayando nuevos retos en Brasil encaminados a la igualdad de género. La participación femenina en el Congreso brasileño es muy pequeña, el sueldo de las brasileñas es un 34% más bajo que los hombres y, si una mujer empieza a tener fuerza política, se percibe como una amenaza. Esto último es el caso de Marielle Franco, concejala de Río de Janeiro del Partido Socialismo y Libertad (PSOL), que fue asesinada hace más de seis meses y aún no se ha resuelto su caso. Ella, negra, lesbiana y pobre, suponía una representación de los grupos más frágiles del país.
ALICE RIBEIRO
Alice Ribeiro Cecchetti Maffucci, 22 años, estudiante de Derecho de Rio de Janeiro, Brasil, cuenta cómo ha vivido ella el movimiento feminista: "es muy lindo y me llena de esperanza, porque las manifestaciones fueron pacíficas y tranquilas. En las últimas manifestaciones políticas la policía actuó muy violentamente y, por eso, yo tenía miedo de llegar sola a la plaza. Pero, una vez allí, comprendí que sería un acto muy bonito”. Los jóvenes tienen la esperanza de cambiar las mentes más conservadoras, pero, según Alice, la polarización política complica el éxito de la lucha por los derechos humanos y por una sociedad libre de machismo y homofobia. Incluso explica que la lucha por los derechos humanos está siendo considerada por algunos como una cosa de izquierda, ideas comunistas que directamente se asocian con el gobierno de Maduro. Algo que carece de sentido alguno, ya que los derechos humanos no son de ninguna ideología política.
Gabriel Mattos Ornelas, 27 años, de Belo Horizonte (Brasil), es un ejemplo de cómo las ideas políticas pueden causar problemas familiares. Él, que se define como bisexual y socialista, tiene dos opciones en la cabeza para el voto: Guilherme Boulos, candidato de izquierda con propuestas interesantes respecto a derechos humanos y desigualdad social; y Fernando Haddad, candidato representativo del Partido de los Trabajadores. Por el hecho de pensar así, se ha dañado la relación con su padre, conservador y homófobo que tiene claro quién sería el mejor candidato: Bolsonaro.