Saqueos, abusos y agresiones en los barrios más pobres de Sudáfrica no cesan desde mayo de 2019. El último escándalo fue la explosión de una tienda en el área de Malvern a las afueras de Johannesburgo. Esta es una de las innumerables actuaciones de rechazo a extranjeros, encabezadas por grupos locales organizados que atacan a los inmigrantes.
El 7,2 por ciento de la población total de Sudáfrica la conforman extranjeros en busca de trabajo, principalmente provenientes de Mozambique, Zimbabue y Lesoto. La población total sudafricana es de 56 millones de personas y aumenta rápidamente por una enorme tasa de natalidad. Este país se caracteriza por ser unos de los países con mayor desigualdad entre sus habitantes. Las ciudades se estructuran mediante una zona rica rodeada de barrios repletos de pobreza.
El principal argumento que defiende estos ataques, según los propios sudafricanos, es que, ante la ineficacia política por parte del gobierno, el pueblo está arremetiendo contra los que vienen a su país a quitarles el trabajo. Esta ineficacia no solo política, sino también judicial y sobre todo económica ha desencadenado huelgas contra de la gestión del país.
Jacob Zuma, el que ha sido presidente desde 2009 hasta 2018, pasa “la patata caliente” al actual mandatario del país, Cyril Ramaphosa, que trata de mejorar como puede la imagen de Sudáfrica. Ramaphosa se enfrenta a problemas como la desigualdad económica, el desempleo, la inmigración ilegal, la superpoblación, el éxodo rural y sobreexplotación de recursos.
Según datos estadísticos de BBC, la población total africana en 2050 crecerá el doble que ahora. Las mujeres nigerianas tienen la mayor tasa de natalidad del planeta. De hecho, ya empiezan a haber campañas para reducir el número de nacimientos por mujer en algunos países de África.
El problema respecto al empleo no solo lo tiene Sudáfrica. Países como Etiopía están desarrollando su economía mediante la creación de nuevas fábricas, expansión de transportes y generando nuevos puestos de empleo en las ciudades.
