Se jugaban asientos en el Senado, la Cámara de los Representantes e incluso de buena parte de gobernantes concretos de diversos estados. Con una gran victoria demócrata en la Cámara de los Representantes (después de 8 años) en los que se llevan 26 nuevos asientos del total, se abre todo un abanico de posibilidades de iniciativas que pueden llevarse a cabo para frenar al actual presidente Trump.
En palabras de Nancy Pelosy, líder demócrata: “Gracias a todos vosotros, mañana empezará un nuevo día en América” y seguía incidiendo en la idea de poner freno a la administración Trump que hasta ahora contaba con el apoyo republicano en todas las cámaras: “Hoy se trata de mucho más que demócratas y republicanos; se trata de la restauración de los mecanismos de control de la Constitución y de la administración Trump”.
Pero tampoco podemos hablar de victoria demócrata total porque, aunque la situación para este partido ha cambiado sin duda y logra muchos más asientos de los que antes tenía; el partido republicano ha salido bien reforzado en el Senado y Trump así se ha encargado de celebrarlo.
Tremendous success tonight. Thank you to all!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) 7 de noviembre de 2018
Muchos achacan a su política migratoria el hecho de que se le haya reelegido. El presidente no parece que contemple la posibilidad de cambiar su estrategia y sigue encontrando en el EEUU más rural y blanco su principal defensor. De no cambiarse esta tendencia, las próximas elecciones bien podrían volver a ser ganadas de nuevo por Trump.
Pero sin duda, EEUU cuenta desde hoy en sus cámaras con una representación mucho más dividida donde además destaca el gran número de mujeres y otros representantes de colectivos minoritarios que se han hecho un hueco durante la carrera electoral: Personas del colectivo LGTBI, afroamericanas, musulmanas, etc. El lado más plural del país ha salido a la luz. Y tiene en sus manos cambiar el destino del nación haciendo reales las promesas de cambio que les habíamos escuchado durante la campaña electoral.
Los estadounidenses, de los que el Washington Post decía que “estaban enfadados y dispuestos a lanzar un mensaje”, sin duda han cambiado los acontecimientos y de las próximas semanas dependerá el destino de EEUU y de la presidencia de Trump (al que se le pone difícil sacar adelante sus iniciativas y tendrá que prestarse al escrutinio de la oposición). Desde un posible impeachment (equivalente a nuestra moción de censura) a la obligación de declarar su patrimonio financiero, el presidente deberá estar dispuesto a afrontar y adaptarse a esta nueva manera de gobernar en la que lejos le queda ya su mayoría absoluta.