La propuesta de Emmanuel Macron de crear un Ejército Europeo ha provocado una fuerte polémica en el sistema político y de defensa internacional. Angela Merkel, por su parte, ha secundado firmemente esta proposición. La canciller ha afirmado, de esta manera, que la materialización y culminación de la integración europea con una política exterior común demostraría que “una guerra entre países europeos nunca más será posible”. La alianza franco-alemana se ha encontrado una fuerte oposición estadounidense. En lo que respecta a España, el ministro de Asuntos Exteriores, UE y Cooperación, Josep Borrell, ha considerado “muy positivo” el apoyo de Merkel a Macron y ha respaldado dicha propuesta; añadiendo que se trataría de “una "pieza esencial de una política exterior creíble y de una auténtica unión política europea”.
Toda esta polémica gira en torno a los posibles obstáculos que tanto Europa, como la sociedad internacional puede confrontar con la materialización de dicha propuesta. Para ello, hemos hablado con Pedro Rivas Nieto, experto en política y seguridad internacional; a quién le hemos preguntado acerca de las posibles amenazas y dificultades de la creación de un ejército europeo federal.
En primer lugar, nos encontramos con la reticencia de los Estados a ceder su soberanía total. La cesión de asuntos en materia de defensa y política exterior implicaría, para los miembros de la UE, la cesión del único ámbito de la soberanía nacional que el proyecto de integración europeo había dejado casi intacto.
En segundo lugar, el coste económico adicional supondría un obstáculo considerable para la mayoría de los países de la Unión Europea. España, por ejemplo, dedicó un 0,81% de su PIB total en 2016 y el aumento del presupuesto al 0,91% en 2017 supuso un importante debate ideológico y político para la sociedad. En la actualidad de dedica un 0,92% y en caso de la creación de un ejército federal habría que, al menos, duplicarlo. También resulta necesario tener en cuenta las presiones que Trump está ejerciendo sobre los miembros de la OTAN para aumentar la financiación. Tal cantidad no resulta sostenible para muchos países.
En tercer lugar, nos encontramos con posibles enemistades internacionales. Francia basa su economía industrial en la producción y venta de armas. Por tanto, se podría considerar que la alanza franco - alemana no es más que una táctica política de crecimiento económico localizado movido por intereses parciales y nacionales. Esto no haría más que aumentar la rivalidad y las tensiones con Estados Unidos.
Finalmente, nos enfrentaríamos a una importante dificultad técnica. El adiestramiento militar, para que sea realmente eficaz, conlleva mucho tiempo y mucha inversión económica. Si se usaran los combatientes de los países miembros europeos, estos encararían una clara insuficiencia defensiva. En el caso de adiestrar a nuevos combatientes, la propuesta de Macron tendría que ser muy a largo plazo, teniendo que financiar durante ese tiempo a los encargados de la enseñanza, la logística empleada y la infraestructura usada.