jueves. 21.11.2024

Saber qué pasará con nosotros en un futuro, ya sea cercano o lejano, seguro que es la pregunta que todo ser humano se ha hecho alguna vez. Nos caracterizamos por ser seres curiosos con tendencia a buscar constantemente respuestas a nuestros problemas –de ahí el éxito de Google, Wikipedia...–, intentando averiguar si saldremos bien o mal parados de cualquier situación. Es por eso por lo que, en situaciones como la que vivimos en estos pandémicos días, –aparte de convertirnos en expertos andantes en BOEs–, nos pasamos el día investigando, tratando de encontrar estadísticas sobre cómo es más probable que termine todo esto. Pero no solo nos fiamos de números y porcentajes de probabilidad. Las series apocalípticas que narran historias parecidas a nuestros problemas son un gran imán para todos esos curiosos. 

No hace más de diez años, la popular serie The Walking Dead llegaba a nuestras vidas sembrando entre nosotros el miedo de lo que muchos creen un mundo catastrófico posible. A partir de la creciente popularidad de esta ficción, han aparecido otras similares, como La Valla, El Colapso o Black Mirror. Zombis y sociedades privilegiadas en mundos devastados por un virus, por la tecnología o por el propio sistema son la mayoría de situaciones que nos presentan este tipo de series.  

Lo curioso de todo esto es que nosotros mismos nos preguntamos por qué pensamos que son premonitorias, y es que generan lo que los espectadores ya veníamos intuyendo: miedo hacia la catástrofe. Hablan de la angustia que se siente en situaciones extremas, pero a la vez muy posiblemente reales (exceptuando la de los zombis, por ahora). Su popularidad se debe a que lo que transmiten se asemeja a nuestro sentimiento de angustia ante el incierto devenir. 

Coherentemente, sus consumidores podríamos preguntarnos si lo que hacen es sembrar miedo con un fin detrás o solo cuentan una historia. Estas series han vulnerado nuestra idea inicial de cómo sería el fin del mundo: los cielos que se caen se han convertido en supermercados sin existencias y las grietas gigantes que aparecen en el suelo han pasado a ser hospitales colapsados – situaciones que nos deberían ir sonando desde unos meses atrás. Lo que antes nos parecía surrealista, por ser producto de ciencia ficción, ahora se está haciendo realidad. Entonces, ¿estamos más cerca de los zombis o superará la realidad a la ficción?